martes, 25 de noviembre de 2008

Historia de Nikolai Khamara un verdadero Loco por Jesús



Nikolai Khamara

U.R.S.S. (1970)


“¿Qué clase de hombres son estos?”, se preguntaba Nikolai Khamara. “Ante el sufrimiento, se regocijan. Cantan en las horas más oscuras. Si tienen un pedazo de pan, lo comparten con el que no tiene. Mañana y noche, unen sus manos y hablan con alguien que nadie puede ver, y al hacerlo, sus rostros se resplandecen”.

 Por varios meses Khamara había estado observando a los cristianos que compartían su celda en la prisión comunista. A diferencia de los creyentes que allí se encontraban por rehusar negar su fe en Jesús, Khamara estaba en la cárcel por delitos que había cometido. Había sido arrestado por robar, y sentenciado a diez años de cárcel. Se describía a sí mismo como “un hombre sin conciencia”.

 Cierto día, uno de los cristianos se sentó con Khamara y éste le relató la triste historia de su vida y concluyó diciendo:

 -Soy un hombre que está perdido.

Uno de los cristianos le preguntó a Khamara:

-Supongamos que alguien pierde un anillo de oro, ¿cuál sería el valor del anillo cuando está perdido?

-¡Qué pregunta tan tonta! –respondió Khamara-. ¡Un anillo de oro sigue siendo un anillo de oro! Lo has perdido, pero alguien lo encontrará.

 -Entonces ¿cuál es el valor de un hombre perdido? –preguntó el cristiano; y respondiendo a su propia pregunta continuó diciendo-: Un hombre perdido, aun uno que es ladrón, un adúltero o un asesino, posee todo el valor de un hombre. Su valor es tal que el Hijo de Dios abandonó el cielo para morir en la cruz, con tal de salvarlo.

 Khamara entendió el mensaje.

 El cristiano le dijo al ladrón:

 -Dios te ama. Eres de gran valor para Él. Cuando Jesús se encontraba con ladrones, prostitutas o con otros que habían cometido grandes pecados, Él nunca les preguntó qué pecados habían cometido. En vez de eso, les decía: “Regocíjense, sus pecados han sido perdonados”. Y a ti también te digo, Khamara, que tus pecados han sido perdonados porque Jesús murió por ti. Solo tienes que creer.

 Khamara se convirtió a la fe cristiana.

 Cuando cumplió su condena y salió en libertad, se unió a la iglesia clandestina, a pesar de que la misma estaba en constante amenaza de la policía secreta soviética. Khamara llegó a ser un miembro fiel de su congregación local.

 Poco tiempo después, el pastor de la iglesia de Khamara fue arrestado. Las autoridades lo golpearon y lo torturaron, con la esperanza de que divulgara los nombres de los miembros de la iglesia, y que les ofreciera información sobre cómo detener la impresión de libritos con el evangelio, los cuales eran esparcidos a través de la provincia. El pastor fue torturado, pero no abrió su boca. De haberlo hecho, miles de creyentes hubiesen sido arrestados.

 Después de haber golpeado al pastor repetidamente, pero sin éxito alguno, el capitán a cargo de la investigación dijo:

 -Ya no te vamos a torturar más. Tenemos otro método.

 Arrestaron a Nikolai Khamara. Lo trajeron ante el pastor y le dijeron:

 -Si te niegas a revelarnos todos los secretos de tu iglesia, torturaremos a Khamara frente a ti.

 El pastor no podía soportar que alguien sufriera por su causa y le preguntó a Khamara:

 -¿Qué debo hacer?

 Khamara le dijo:

 -Sé fiel a Jesús, y no lo traiciones. Soy feliz por sufrir por el nombre de Cristo.

El capitán dijo:

-Le sacaremos los ojos a Khamara.

 Los verdugos tomaron un cuchillo y se dirigieron hacia Khamara. El pastor no podía tolerar tal abuso y exclamó en voz alta:

 -¡No puedo soportar que te hagan tal cosa, Khamara! ¡Te van a dejar ciego!

 Él respondió diciendo:

 -Cuando me saquen los ojos, veré mayor belleza de la que ahora puedo ver con estos ojos. Veré al Salvador. Tú permanece fiel a Cristo, hasta el final.

Cuando terminaron de sacarle los ojos a Khamara, y viendo que el pastor aún no les había dado la información que pedían, el capitán se volvió hacia el pastor nuevamente y le dijo:

 -Si no hablas sobre tu iglesia le cortaremos la lengua a Khamara.

 El pastor gritó desesperadamente:

 -Khamara, ¿qué hago?

 Las últimas palabras de Khamara fueron:

 -¡Alabado sea el Señor Jesucristo! He dicho las palabras más sublimes que puedan ser expresadas. Y ahora, si lo desean, pueden cortarme la lengua.

 Khamara padeció la muerte de un mártir.

Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, le autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecados contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

 

HEBREOS 12: 1-3, RV-1960.