martes, 25 de noviembre de 2008

Crónicas de una muela



Crónicas de una muela
Por Ulises Oyarzún


Hola, soy una muela, un simple molar que vivo en medio de todos mis hermanos y hermanas, dientes de toda clase. Molares, incisivo, canino y pre-molares. Últimamente nuestra vida se ha visto envuelta en situaciones muy preocupantes.
Todo comenzó, cuando un día tuvimos una reunión administrativa y hablamos acerca de aquellos temas que nadie quiere tocar.
Nos dimos cuenta que entre nosotros hay dientes que siempre quieren aparecer al frente de la dirección de alguna actividad, pero no están dispuestos a servir sin que nadie les vea. Esos dientes "paletas" que desean afanosamente cargos para lucirse, aunque sirvan para la "pura foto". Reconocemos que Dios los puso para estar al frente, pero su labor no es sólo promover una linda sonrisa para las cámaras, sino trabajar en equipo en su rol específico.
Otro que nos ha traído problemas es el colmillo, pues aunque es sincero, muchas veces es insensible para decir las cosas. Inca sus filosos comentarios hasta lo profundo, según él, la mejor manera de hacer cambiar a las personas es con unos buenos "palos", pero lo único que provoca es temor, pues su liderazgo se funda en la prepotencia. Lamentablemente nadie de nosotros quiere acercarse a él, pues todos le tenemos miedo. Al parecer, no sabe lo que significa decir la VERDAD en AMOR.
Hace un poco de tiempo llegó a la congregación un nuevo hermano, él era un innovador y en un comienzo nos incomodó a muchos, sus formas de predicar, de liderar, de orar, eran muy diferentes, provocaba desajustes en cada lugar donde iba, si, en verdad era también muy crítico de las estructuras, sobretodo con la mandíbula de arriba que nunca se movía, pues guardaba con celo la "sana doctrina", aunque en el fondo, mas que doctrina era puro tradicionalismo.
Lamentablemente estigmatizaron al pobre hermano como la "muela del “juicio" y se encargaron de sacarlo de la congregación lo más pronto posible pues ponía en peligro la estructura.
Otra hermana que nos ha provocado más de alguna situación incómoda, es la lengua, que por sus características tan particulares, puede compartir con todos y estar en todos los rincones, pero también ha perjudicado en parte la comunión con sus chismes, sus malas palabras, sus malos consejos, sus apresuradas conclusiones en relación a hermanos, sus prejuicios, su rapidez para hablar en vez de escuchar. El otro día tuvimos un golpe fuerte, recibimos un puñetazo. Lamentablemente los primeros en caer fueron algunas paletas y colmillos, pues más que fundados en la encía, que es la Palabra, estaban fundadas en el dinero que les daba su puesto o el prestigio.
Después nos dimos cuenta que muchos de nosotros estábamos infectados por las caries del pecado y el sarro de vivir una doble vida, cosas que salieron a la luz después de esta crisis.
Cuanto anhelo aquellos días en que éramos como niños y si caíamos, nos volvíamos a levantar, aquellos días en que éramos unos "dientes de leche".
Cristo nos dijo que fuésemos como niños, pero es tan difícil tener una fe sencilla, cuando a veces vivir en esta congregación nos empuja a ser muy eficaces, administrativos, verdaderos gerentes, pero dejamos el evangelio que comienza con la alegría de vivir juntos , como verdaderos hermanos, experimentando una fe y amor que trascienda el culto y se expanda como un manto de alegría y esperanza para todos los días de la semana, compartiendo en las casas, juntándonos solo por juntarnos, para saber del otro, amándonos a pesar de las diferencias y perdonándonos cuando nos hemos fallado mutuamente.
Necesitamos la mano de nuestro dentista y Señor, para que nos limpie, nos restaure, nos tape el pecado con su gracia y nos de un aliento fresco.
Ven Señor!!! Abrimos las puertas de nuestra boca (Iglesia), reconocemos que hemos pecado, ven sánanos, límpianos y haz de nosotros un pueblo sin manchas, caries, sarros ni arruga.

¿Cómo "hacer" mejor el amor?



¿Cómo “hacer” mejor el amor?
Por Esteban Borguetti


Hoy se habla mucho de amores pero poco de “hacer” el amor en su verdadero sentido. ¿A qué nos referimos? Hoy hay una confusión de conceptos en cuanto a esto. Por eso hay que volver a describir el verdadero significado, aunque sea una cuestión difícil de conseguir. Hay que recuperar el término en su sentido teórico y práctico, y sobre todo, volver a descubrirlo en nuestra vida. Se identifica amor con sexo y la realidad es que en muchas relaciones sexuales el mayor ausente es el amor. Lo llamamos “hacer el amor” pero a veces, no es el sexo justamente el mejor camino para hacer EL AMOR.
Podemos hablar mucho sobre el amor, pero lo difícil es vivirlo. Somos expertos en amor en el momento de las teorías y los versos, en palabras, pero del amor práctico de la vida cotidiana, estamos muy lejos.
Es imposible hablar de verdadero amor y quedarnos solo en la teoría. Si pensamos por un momento en Jesús, El no sólo dijo amar sino que murió por amor. Al verdadero amor se lo traduce en acciones que demuestran el amor. No es solamente decir lo que uno siente, es demostrar con hechos que uno ama. Es buscar que, a través de mis HECHOS, alcance el bien y el crecimiento del otro.
El verdadero amor tiene dos caras que siempre van juntas y que una sin la otra sería insuficiente: por un lado la expresión verbal del amor y por el otro el hecho demostrativo de tal amor. Cuando el apóstol Pablo habla en 1º de Corintios 13 sobre el amor, expresa muy bien este principio al decir que puedo tener todos los “super dones”, hacer los “super milagros”, hablar las “super revelaciones”, entender lo más profundo de La Palabra, pero sino tengo amor, seré un “blef”, un careta, un hombre de doble ánimo, algo vacío, en definitiva el apóstol Pablo dice “NADA SOY”, ¿Fuerte no? Lo que Pablo intenta decirte es que para ser alguien, lo primero que tienes que desarrollar (antes de los súper dones) es la capacidad de vivir expresando y demostrando el amor.

El amor es una habilidad que se aprende, que se desarrolla con el otro. No se nace sabiendo amar, se nace con la capacidad para amar y con la necesidad de ser amado. Así como cualquier otra habilidad, por ejemplo la de tocar un instrumento musical, se debe desarrollar con la práctica, el ensayo, estudiando y permitiéndote equivocarte. El demostrar amor a otros y a la vez el sentirte amado por el otro, es el resultado de la práctica, de estar haciendo bien mi tarea, de que estoy en un lugar donde los demás ven y sienten mi amor y a la vez ellos me devuelven ese estilo de amor.
Fijate que interesante cuando Jesús dice que toda ley (la Biblia) podría resumirse en dos ideas y en ambas usa la palabra amor como centro; “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”, y el segundo es similar a este “amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Al hablar del amor al otro, Jesús, pone como regla o trabajo previo dos cosas muy importantes: amar a Dios y amarse a uno mismo. ¡Esto es la clave del amor verdadero!
La mejor forma de “hacer el amor” es cuando uno ama a Dios y se ama a sí mismo. Y cuando esta clase de amor se instala en nuestro corazón, fluye NATURALMENTE hacia otros. Y no hablo de esa clase de amor que anda dando besitos por todos lados, sino aquel amor que también pone límites, que sabe defenderse, que no deja que lo pisoteen, que sabe defender una idea, que actúa según prioridades y valores, que no hace las cosas bajo el dominio del miedo o del “¿que dirán?” No el “amor” que te esclaviza, sino aquel que te hace verdaderamente libre. Una vez le pregunte a un joven de mi iglesia “¿Por qué te cuidas de no pecar?” Y él me contesto “porque Dios se enoja”. Fijate que concepto tan errado; en vez de centrarse en el amor a Dios, se centra en el miedo al castigo de Dios. Es que podemos hacer las mismas cosas y basarnos en conceptos totalmente distintos, podemos vivir un evangelio centrado en el miedo u otro, el verdadero, disfrutando del AMOR de Dios y su libertad.
Como te decía, Dios centra toda su verdad, todo su evangelio en EL AMOR. El amor a Dios, el amor a uno mismo y la expresión de ese amor en el otro. Estos tres condimentos son de formula DIVINA e irremplazable.
Permitime hacer un poquito de hincapié en la parte de amarte a ti mismo. Normalmente definimos a este grado de amor por uno mismo como “autoestima” que es “El grado de valoración de sí mismo”.
Si me piden que prediga el comportamiento de una persona en tantas situaciones como le sea posible y solo puedo preguntar una sola cosa, con saber la puntuación de su autoestima me bastaría para suponer el resto de las conductas es su vida.
Se ha descubierto que el grado en que nos sentimos cómodos con nosotros mismos está relacionado con tantas otras áreas del funcionamiento personal que, en su mayor parte, los investigadores han perdido interés por estudiar la autoestima en si misma y han vuelto su atención hacia la investigación de áreas más específicas afectadas directamente por un pobre concepto de una mismo.
La autoestima está relacionada con la adaptación al entorno, quienes tienen autoestima alta presentan niveles altos de adaptación social que quienes tienen autoestima baja.
La gente con adecuada autoestima es menos ansiosa en una variedad de situaciones, y son menos propensos a ser deprimidos, irritables o agresivos.
Las personas que tienen autoestima baja son más propensas a tener sentimientos de resentimiento, enajenación e infelicidad. Las que tienen autoestima baja también son más propensas a experimentar insomnio y síntomas psicosomáticos.
“Es bastante improbable disfrutar de una pareja adecuada, lograr éxito en un trabajo o proyecto sin un mínimo de autoestima. Nuestra autoestima es especialmente propensa a mostrarse en nuestras relaciones con otras personas”, dice el material de "No más violencia" que utilizamos para dar clases en los colegios dentro del marco de la campaña “no más violencia va a la escuela”.
Las personas que se sienten bien consigo mismas tienen tendencia a que los demás les caigan bien y aceptar sus flaquezas. A causa de sus sentimientos genuinamente positivos hacia los demás y la aceptación de los demás, estas personas tienden a resaltar lo mejor en quienes los rodean. Un cliché que contiene más que un vislumbre de verdad es que “una persona que se siente bien consigo misma hace que las otras personas se sientan bien consigo mismas”.
El amarse y el amar a otros no es cuestión de sentir o no sentir, “hoy no siento amarte”… es cuestión de proponérselo. El mandato de Jesús es: “amaos los unos a los otros”. Por supuesto que este mandato de Jesús no implica andar de mil amores con aquellos que a propósito buscan hacerte mal, sino que se refiere a la verdadera expresión del amor; un amor que, como te dije antes, también pone límites, que se defiende, que da sin esperar recibir, que se entrega y cuida donde lo hace. El amor humano es un sentimiento de aprobación, de afirmación del otro. Es en primer lugar darle crédito, creerle al otro, permitirle con mi aceptación el desarrollo de lo mejor de él. Amar a alguien es darle lo mejor de uno.
Es importante ver que, donde hay amor están presentes:
1. Seguridad y protección. Es la característica que disfrutamos en un amor de amigos “en todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempos de angustia”. Las relaciones basadas en amor verdadero ofrecen a quienes están involucrados en ellas, la oportunidad de ser quien realmente es, no tener que fingir ser alguien por miedo al desplante o a la crítica. Poder cambiar y expresarme en la libertad de que no perderé la relación, estar seguro que el otro me quiere tal cual soy y que me proporcionará un ambiente de cuidado y protección de mi intimidad.
2. Estímulo. Una relación de amor, nos estimula a ver que no estamos solos en el mundo. Cuando amo, soy estímulo para el otro y le hago sentir que contará conmigo en tiempos adversos y de bonanza. Cuando uno estimula al otro lo desafía a crecer, a veces hasta superarlo, porque el que ama utiliza sus capacidades y habilidades para levantar al otro por encima de uno mismo. La clave del estimulo reside en descubrir las virtudes y habilidades del otro y edificarlo sobre esas cualidades. Para que esto se de, es necesario una correcta valoración de mí mismo y no ver al otro como mi competidor, sino como parte de “un mismo cuerpo”.
Debemos buscar lo mejor dentro del otro. Buscar y hacer aparecer lo mejor que hay dentro del otro, creer en el otro hasta que este crea en sí mismo y pueda demostrar sus grandezas.
3. Sentido de pertenencia. Sentirse amado es sentir que se pertenece a algo. No sentirse excluido o rechazado, sí, quizás, corregido y confrontado, pero siempre proporcionando un sentirse incluido en el mundo interior del que me ama.
Nos hace sentir bien el ver que alguien me abrió su mundo interior para hacerme parte del mismo. Es muy confortable pertenecer a algo. Habiendo recibido los beneficios de la pertenencia, desearemos ayudar a otros a sentirse incluidos.
4. Fidelidad. El Señor desestima el corazón dividido, aquel que tiene doble ánimo. El Señor nos llama a ser fiel con lo que amamos. Ser fiel en el noviazgo, ser fiel en el matrimonio, ser fiel en las relaciones de amistad. El Señor Jesús fue el sumo exponente de la fidelidad “porque fiel es el que prometió” Hechos 10.23, 2 Timoteo 2.13.
La naturaleza del amor de Dios es fidelidad y nosotros como su pueblo somos parte de esa naturaleza. Romanos 8.35.

Como cristianos, debemos aprender a “hacer el amor”, y en este jueguito de palabras que a propósito uso, busco desafiarte a que utilices cada experiencia que Dios te permite vivir para aprender, desarrollar y “hacer” (pasar a actos) un amor tal que IMPACTE e INFLUENCIA a esta sociedad, y más específicamente a tus amigos y contactos. Desafiarte a que no te quedes en teorías y palabras, sino que por medio de tus hechos los demás crean y sean bendecidos.
Termino diciéndote que la clave que Jesús nos dejo para demostrar que somos sus seguidores es: “y conocerán que sois mis discípulos cuando os améis los unos a los otros”, no es cuestión de decirlo, hay que vivirlo.

Historias de verdaderos Locos por Jesús



Chiu-Chin-Hsiu y Ho-Hsiu-Tzu

Jiangxi, China Continental - Durante la era de la Guardia Roja, 1966-1969


Las dos jóvenes cristianas esperaban en el patio de la prisión por la ejecución que había sido anunciada. Un compañero de prisión que observaba la escena desde su celda describió sus rostros como pálidos, pero increíblemente hermosos; muy tristes, pero dulces. Humanamente hablando, las dos estaban atemorizadas. Pero Chiu-Chin-Hsiu y Ho-Hsiu-Tzu habían tomado la decisión de someterse a la muerte sin renunciar a su fe.

Escoltado por guardias renegados, el verdugo se acercó con revólver en la mano. ¡Era el pastor de las jóvenes! Él también había sido sentenciado a morir junto con ellas. Pero, como en muchas otras ocasiones en la historia de la iglesia, los perseguidores lo habían tentado. Le habían prometido libertad si disparaba a las jóvenes. Y él aceptó.

Las dos jóvenes hablaron entre sí en voz baja, y se inclinaron respetuosamente ante su pastor. Una de ellas dijo: “Antes que dispares, queremos darte las gracias de todo corazón por lo que has significado para nosotras. Nos bautizaste, nos enseñaste el camino de la vida eterna, y nos serviste la santa comunión con la misma mano en la cual ahora sostienes el revólver.

“También nos enseñaste que nosotros los cristianos a veces somos débiles y cometemos pecados terribles, pero que los mismos pueden ser perdonados. Cuando sientas remordimientos por lo que estás a punto de hacer con nosotras, no te desesperes como Judas, sino arrepiéntete como Pedro. Dios te bendiga, y recuerda que nuestro último pensamiento no fue de indignación en contra de tu falta. Cada cual pasa por momentos de tinieblas.

“Que Dios te recompense por todo el bien que has hecho a nuestro favor. Nosotras moriremos agradecidas”.

Ambas volvieron a inclinarse respetuosamente ante el pastor.

El corazón del pastor estaba endurecido, y les disparó a las dos jóvenes.

Poco tiempo después, él también murió a manos de los comunistas.

¿Qué hace un Loco Por Jesús cuando es traicionado por un amigo cercano? Demuestra al amor de Dios.

El amor [el amor de Dios en nosotros] no es arrogante ni egoísta ni grosero; no trata de salirse siempre con la suya; no es irritable ni quisquilloso; no guarda rencor… El que ama es fiel a ese amor, cuéstele lo que le cueste; siempre confía en la persona amada, espera de ella lo mejor y la defiende con firmeza.

El apóstol Pablo - Martirizado en Roma el año 65 d. C.(1 CORINTIOS 13: 5, 7, LBAD) 

Historia de Nikolai Khamara un verdadero Loco por Jesús



Nikolai Khamara

U.R.S.S. (1970)


“¿Qué clase de hombres son estos?”, se preguntaba Nikolai Khamara. “Ante el sufrimiento, se regocijan. Cantan en las horas más oscuras. Si tienen un pedazo de pan, lo comparten con el que no tiene. Mañana y noche, unen sus manos y hablan con alguien que nadie puede ver, y al hacerlo, sus rostros se resplandecen”.

 Por varios meses Khamara había estado observando a los cristianos que compartían su celda en la prisión comunista. A diferencia de los creyentes que allí se encontraban por rehusar negar su fe en Jesús, Khamara estaba en la cárcel por delitos que había cometido. Había sido arrestado por robar, y sentenciado a diez años de cárcel. Se describía a sí mismo como “un hombre sin conciencia”.

 Cierto día, uno de los cristianos se sentó con Khamara y éste le relató la triste historia de su vida y concluyó diciendo:

 -Soy un hombre que está perdido.

Uno de los cristianos le preguntó a Khamara:

-Supongamos que alguien pierde un anillo de oro, ¿cuál sería el valor del anillo cuando está perdido?

-¡Qué pregunta tan tonta! –respondió Khamara-. ¡Un anillo de oro sigue siendo un anillo de oro! Lo has perdido, pero alguien lo encontrará.

 -Entonces ¿cuál es el valor de un hombre perdido? –preguntó el cristiano; y respondiendo a su propia pregunta continuó diciendo-: Un hombre perdido, aun uno que es ladrón, un adúltero o un asesino, posee todo el valor de un hombre. Su valor es tal que el Hijo de Dios abandonó el cielo para morir en la cruz, con tal de salvarlo.

 Khamara entendió el mensaje.

 El cristiano le dijo al ladrón:

 -Dios te ama. Eres de gran valor para Él. Cuando Jesús se encontraba con ladrones, prostitutas o con otros que habían cometido grandes pecados, Él nunca les preguntó qué pecados habían cometido. En vez de eso, les decía: “Regocíjense, sus pecados han sido perdonados”. Y a ti también te digo, Khamara, que tus pecados han sido perdonados porque Jesús murió por ti. Solo tienes que creer.

 Khamara se convirtió a la fe cristiana.

 Cuando cumplió su condena y salió en libertad, se unió a la iglesia clandestina, a pesar de que la misma estaba en constante amenaza de la policía secreta soviética. Khamara llegó a ser un miembro fiel de su congregación local.

 Poco tiempo después, el pastor de la iglesia de Khamara fue arrestado. Las autoridades lo golpearon y lo torturaron, con la esperanza de que divulgara los nombres de los miembros de la iglesia, y que les ofreciera información sobre cómo detener la impresión de libritos con el evangelio, los cuales eran esparcidos a través de la provincia. El pastor fue torturado, pero no abrió su boca. De haberlo hecho, miles de creyentes hubiesen sido arrestados.

 Después de haber golpeado al pastor repetidamente, pero sin éxito alguno, el capitán a cargo de la investigación dijo:

 -Ya no te vamos a torturar más. Tenemos otro método.

 Arrestaron a Nikolai Khamara. Lo trajeron ante el pastor y le dijeron:

 -Si te niegas a revelarnos todos los secretos de tu iglesia, torturaremos a Khamara frente a ti.

 El pastor no podía soportar que alguien sufriera por su causa y le preguntó a Khamara:

 -¿Qué debo hacer?

 Khamara le dijo:

 -Sé fiel a Jesús, y no lo traiciones. Soy feliz por sufrir por el nombre de Cristo.

El capitán dijo:

-Le sacaremos los ojos a Khamara.

 Los verdugos tomaron un cuchillo y se dirigieron hacia Khamara. El pastor no podía tolerar tal abuso y exclamó en voz alta:

 -¡No puedo soportar que te hagan tal cosa, Khamara! ¡Te van a dejar ciego!

 Él respondió diciendo:

 -Cuando me saquen los ojos, veré mayor belleza de la que ahora puedo ver con estos ojos. Veré al Salvador. Tú permanece fiel a Cristo, hasta el final.

Cuando terminaron de sacarle los ojos a Khamara, y viendo que el pastor aún no les había dado la información que pedían, el capitán se volvió hacia el pastor nuevamente y le dijo:

 -Si no hablas sobre tu iglesia le cortaremos la lengua a Khamara.

 El pastor gritó desesperadamente:

 -Khamara, ¿qué hago?

 Las últimas palabras de Khamara fueron:

 -¡Alabado sea el Señor Jesucristo! He dicho las palabras más sublimes que puedan ser expresadas. Y ahora, si lo desean, pueden cortarme la lengua.

 Khamara padeció la muerte de un mártir.

Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, le autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecados contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

 

HEBREOS 12: 1-3, RV-1960.

Historia de Ivan Moiseyev un verdadero Loco por Jesús



Iván Moiseyev

U.R.S.S. (1970)


Aunque nunca antes había estado allí, el joven Moiseyev, conocido como “Vanya”, sabía muy bien lo que le esperaba en la oficina del comandante. Los comunistas no cesaban de citarlo para que se presentara en el cuartel general con el fin de platicar con él, y ver si podían “reeducarlo”, y convencerlo de que negara su fe en Dios.

 Era la hora del almuerzo, y el sol resplandecía en el cielo azul y la nieve alrededor parecía brillar. Moiseyev aprovechó para alabar a Dios por este tiempo que podía pasar a solas orando y cantando, mientras caminaba a lo largo de la cera cubierta de nieve.

 Era una mañana tan esplendorosa que, al principio Moiseyev no lo notó, pero de pronto sus ojos lo percataron. Una estrella brillante comenzó a caer desde el cielo. Su apariencia era como la de un cometa, y se acercaba haciéndose cada vez más grande.

 Levantó la vista para ver que un ángel estaba sobre él, resplandeciente poderoso. El corazón de Moiseyev se inundó de gozo, y temor.

 El ángel no descendió a tierra por completo, sino que se mantuvo suspendido en el aire como a unos doscientos metros sobre la tierra. El ángel caminaba en el aire como si estuviera siguiendo el mismo camino que Moiseyev. Y entonces el ángel habló:

 “No temas ir, Iván. Yo estaré contigo”.

 Iván no pudo emitir palabra alguna, pero el gozo que sentía era como un fuego en su interior. De alguna manera logró llegar hasta la oficina del comandante Gidenko, y tocó la puerta suavemente.

 El comandante Gidenko, que ocupaba el primer puesto en el Comité de Instrucción Política, levantó la vista al entrar el joven soldado. Iván Moiseyev había sido interrogado una y otra vez por muchos otros hombres, y nunca se retractó de sus creencias. Y aun así, Gidenko estaba seguro de poder resolver este problema.

 -Moiseyev, tu no tienes cara de ser un mal estudiante. ¿Entonces por qué no estás aprendiendo las respuestas correctas? –preguntó el superior.

 -A veces diferencia entre la respuesta correcta y la verdadera –respondió Iván-. A veces Dios no me permite que mis respuestas sean las “correctas”.

 -¿Entonces, Dios habla contigo? ¿Y quién es este Dios del cual hablas?

Tan pronto hubo terminado de hacer la pregunta, Gidenko se arrepintió de haberla hecho. Iván se inclinó hacia delante en su silla, con el rostro resplandeciente de gozo ante la oportunidad de poder compartir su fe.

 -Señor, Él es quien creó todo el universo. Él ama al hombre, y envió a S Hijo…

 -Sí, sí –interrumpió Gidenko-, conozco las enseñanzas de los cristianos. Pero, ¿qué tiene que ver todo eso con ser un soldado? ¿O es que no estás de acuerdo con las enseñanzas del glorioso ejército Rojo?

 -No, Señor.

 -Pero, ¿tú no aceptas los principios del ateísmo científico sobre los cuales está fundamentado el estado soviético  y el poder militar del ejército?

 -No puedo aceptar aquello que yo sé no es cierto. Todo lo demás, lo acepto con mucho gusto.

 -Moiseyev, nadie puede probar la existencia de Dios. Aun los sacerdotes y pastores están de acuerdo con esto.

 -Señor, es posible que hablen sobre el no poder probar la existencia de Dios, pero no hay duda alguna de poder conocerle. Él está conmigo aquí, ahora mismo, en esta habitación. Antes de llegar aquí, Él envió un ángel para animarme.

 Gidenko se fijó en Iván detenidamente. Y por fin se expresó con cierto aire de cansancio:

 -Siento mucho, Moiseyev, que no quieras entrar en razón. Lo único que tu persistencia hará por ti es causarte molestia. Sin embargo, a través de los años ha sido mi experiencia que hombres como tú entran en razón después de un poco de disciplina. Voy a ordenar que esta noche, después del toque de queda, permanezcas de pie en medio de la calle. Y allí permanecerás hasta que estés dispuesto a reconsiderar esta tontería sobre el dialogar con Dios y con los ángeles.

 Y ante el hecho de que la temperatura posiblemente llegue a los trece grados bajo cero, espero que por tu propio bienestar, procedas con rapidez y decidas comenzar a actuar con sensatez. Mañana, tú y yo juntos, decidiremos sobre la implementación de un plan de reeducación política para tu persona. Quedas despedido. 

 Gidenko esperaba que Moiseyev titubeara, que volviera a reconsiderar su actitud. Pero en vez de eso, el joven enderezó los hombros y se dirigió calladamente hacia la puerta.

 -¡Soldado Moiseyev!

 Cuando el soldado se volteó hacia él, Gidenko se percató que estaba un poco pálido. ¡Había comprendido cabalmente la orden!

 -Obedecerás mis órdenes usando el uniforme de verano. Eso es todo.

 Esa noche, mientras el clarín sonaba, Iván se dirigía hacia las escaleras del cuartel y descendió por ellas hasta encontrarse en la calle cubierta de nieve. Retrocedió ante el fuerte golpe de viento helado que hizo arder con dolor sus orejas y humedeció sus ojos. El liviano uniforme de verano de nada le servía ante el cortante frío. Echó un vistazo a su reloj, y éste marcaba un minuto después de las 10 de la noche.

 ¡Esa noche tendría bastante tiempo disponible para orar! Pero, por primera vez desde que ingresó al ejército soviético, la oración no se hizo fácil. Comenzó a preocuparse. ¿Podría permanecer allí de pie durante toda la noche? ¿Y si se congelaba y moría! ¿Permitirían los superiores que muriera congelado? ¿Y qué sucedería si por causa del intenso frío se rendía y cedía a sus demandas?

 Las interrogantes inundaron su mente hasta sentirse marcado. Reconoció que debía pensar en algo diferente, y fue entonces cuando se acordó del ángel que lo había visitado durante las horas de la mañana. El ángel le había dicho: “¡No temas, Iván, yo estaré contigo!” ¡De pronto reconoció que las palabras del ángel se referían a esta misma noche! Y aunque ya no podía verlo, Moiseyev estaba confiado en que la presencia del ángel aún lo acompañaba. Y comenzó a orar fervientemente.

 Eran las doce y media de la madrugada cuando un crujir sobre la nieve lo distrajo. Envueltos en sus abrigos, con sombreros y fuertes botas se acercaban lentamente a él tres oficiales del ejército.

 -¿Has cambiado de opinión, soldado Moiseyev? ¿Estás listo para entrar en el cuartel y calentarte junto a nosotros?

 -No, camaradas oficiales. Aunque mi mayor deseo es entrar y retirarme a dormir, no puedo hacer. Nunca podré estar de acuerdo con quedarme callado respecto a mi Dios.

 Aun en la débil luz, Moiseyev podía ver que los oficiales estaban confundidos y asombrados. ¿Cómo podía tolerar tanto frío?

-¿Pretendes permanecer aquí toda la noche?

 -No veo ninguna otra posibilidad y, además, Dios es quien me ayuda.

 Iván examinó sus manos, estaban frías, pero no demasiado. Aún podía mover con facilidad los dedos de sus pies. ¡Era un milagro! Miró a los oficiales y se percató que a pesar de sus pesados abrigos temblaban de frío. Estos no podían permanecer quietos, y golpeaban el suelo con los pies y daban palmadas mostrando gran impaciencia por regresar al calor del cuartel.

 -De aquí a una hora cambiarás de opinión –murmuró el primer oficial mientras se alejaban rápidamente.

 Iván continuó orando por todos los creyentes que conocía. Elevó cánticos de Navidad, oró por cada uno de los oficiales, clamó ante Dios a favor de los hombres que estaban con él en el cuartel. Pero gradualmente, su mente parecía estar flotando en algún sitio fuera de su cabeza. Aunque lo intentó con vehemencia, la oración lo eludía.

 Iván estaba a punto de dormirse sobre sus pies, cuando a las tres de la mañana, el oficial encargado lo despertó y lo dejó regresar al cuartel.

 Durante las siguientes doce noches, Iván tuvo que continuar de pie en la calle, frente al cuartel. Milagrosamente no se congeló, y tampoco rogó que tuvieran misericordia de él. Continuó hablando con sus camaradas y con los oficiales sobres su fe. Y a pesar de que estaba estrictamente prohibido, cantaba en medio del cuartel sobre la gloria de Jesucristo. A los que lo amenazaban les decía: “La alondra que es amenazada con pena de muerte por cantar, seguirá cantando. Ella no podrá renunciar a su naturaleza. Nosotros los cristianos tampoco lo podemos hacer”.

 Ante una fe tan firme y ferviente los soldados a su alrededor se convirtieron a Cristo.

 Los superiores continuaban interrogándolo, en su intento de que negara a Jesús. En cierta ocasión lo colocaron en celdas congeladas. Lo hacían vestir un traje de goma especial, el cual llenaban de aire hasta que su pecho estaba tan comprimido que casi no podía respirar.

 A la edad de veinte años, Iván estaba seguro de que los comunistas lo matarían. El 11 de julio de 1972, Iván escribió a sus padres diciendo: “No me volverán a ver”. Y procedió a describir una visión del cielo y de ángeles que Dios había enviado para fortalecerlo en preparación para la prueba final.

 Algunos días después, los padres de Iván recibieron el cuerpo muerto de su hijo. La evidencia mostraba que había sido apuñalado seis veces cerca del corazón. Tenía lesiones en la cabeza y alrededor de la boca. Todo su cuerpo estaba marcado por los golpes recibidos. Y al final de todo fue ahogado.

 El coronel Malsín, su comandante dijo: “Moiseyev murió con dificultad. Peleó con la muerte misma, pero murió como un cristiano”.

 El padre de este héroe cristiano dice lo siguiente en una carta que recibimos: “Permita Dios que esta flor viviente que entregó la fragancia de su juventud sobre la cruz, sirva como ejemplo para todos los jóvenes fieles. Y que ellos amen a Jesús como lo amó nuestro hijo”.

Carta de Vanya a sus padres, escrita el 15 de junio de 1972

  Mis queridos padres, el Señor me ha mostrado el camino… y he decidido tomarlo… ahora tendré que enfrentarme a mayores y severas batallas como nunca antes. Pero no las temo. Él va siempre conmigo. No lloren por mí, mis amados padres. Amo a Jesús más que a mí mismo. Le obedezco, a pesar de que mi cuerpo a veces teme, o no desea sufrir todo lo que vendrá. Hago esto porque no valoro mi vida tanto como lo valoro a Él. Y no procuraré hacer mi voluntad, sino que seguiré donquiera que el Señor me guíe. Él dice: Ve, y yo voy.

 No se queden apenados si ésta es la última carta de su hijo. Porque yo mismo, cuando veo y escucho visiones, y escucho cómo los ángeles hablan y velan, estoy asombrado y aún no puedo creer que Vanya, su hijo, hable con ángeles. Yo también he cometido pecados y faltas, pero a través del sufrimiento, el Señor los ha quitado por completo. Y ahora no vivo como yo quisiera vivir, sino como el Señor quiere”. 

Si vienen aflicciones a nuestras vidas, podemos regocijarnos también en ellas, porque nos enseñan a tener paciencia; y la paciencia engendra en nosotros fortaleza de carácter y nos ayuda a confiar cada vez más en Dios, hasta que nuestra esperanza y nuestra fe sean constantes. Entonces, podremos mantener la frente en alto en cualquier circunstancia, sabiendo que todo irá bien, pues conocemos la ternura del amor de Dios hacia nosotros, y sentiremos su calor dondequiera que estemos, porque Él nos ha dado el Espíritu Santo para que llene nuestros corazones de su amor.

 El apóstol Pablo

Martirizado en Roma en el año 65 d.C.

(ROMANOS 5:3 – 5, LBAD.)

Historia de Richard Wurmbrand un verdadero Loco por Jesús



Richard Wurmbrand

Rumanía (1945)


  Uno tras otro los sacerdotes y pastores se pusieron de pie y dijeron palabras elogiosas sobre el comunismo, declarando de esta manera su lealtad al nuevo régimen. Sus declaraciones de unidad, propaganda para los comunistas, fueron transmitidas por la radio alrededor del mundo, directamente desde el edificio del Parlamento.

 Había pasado un año desde que los comunistas se apoderaron del control de Rumanía. El gobierno les extendió una invitación a todos los líderes religiosos para que asistieran a un congreso en el edificio del Parlamento, acudieron más de 4.000. Primero, escogieron a José Stalin como presidente honorario del congreso. Entonces comenzaron los discursos. Fue algo absurdo y horrible. El comunismo estaba dedicado a la destrucción de la religión, tal y como ya había sido demostrado en Rusia; sin embargo, los arzobispos y pastores se levantaron y declararon que fundamentalmente el comunismo y el cristianismo eran iguales y que ambos podían coexistir. Motivados por el temo, estos hombres de Dios estaban llenando el aire con mentiras y adulación.

 Era como si estuviesen escupiéndole el rostro a Cristo.

 Sabina Wurmbrand no pudo tolerarlo más. Se acerco a su esposo y le susurró:

 -Richard, ponte en pie y limpia esta vergüenza del de Jesús.

 Richard sabía lo que sucedería:

 -Si hablo, perderás a tu esposo.

 Sabina le respondió:

 -No quiero tener como esposo a un cobarde.

 El pastor Wurmbrand subió a la tarima, para sorpresa de todos comenzó a predicar. Inmediatamente, un gran silencio inundó la sala.

 “Delegados, no es nuestra tarea rendirle alabanzas a los poderes terrenales que vienen y van, sino glorificar a Dios el Creador, y a Cristo el Salvador, quien murió por nosotros en la cruz”.

Uno de los oficiales comunistas saltó sobre sus pies. ¡Esto no debía estar ocurriendo! El país entero estaba escuchando el mensaje de Cristo proclamando desde la tribuna del Parlamento Comunista.

 -¡Su derecho a hablar queda revocado! –gritó el oficial.

 Wurmbrand no le hizo caso continuó predicando. La atmósfera comenzó a cambiar. El público comenzó a aplaudir. Él estaba diciendo lo que ellos habían deseado decir, pero tenían temor.

 El oficial bramó:

 -¡Apaguen el micrófono!

 El público ahogó sus gritos mientras exclamaban a viva voz:

 -¡El pastor, el pastor, el pastor!

 Los gritos y los aplausos continuaron por largo tiempo aun después que los micrófonos fueran desconectados y Wurmbrand descendiera del estrado. La sesión del Congreso concluyó por ese día.

 Después de este suceso, Richard Wurmbrand se convirtió en hombre marcado por las autoridades.

 El 29 de febrero de 1948, domingo, el pastor Wurmbrand se dirigía hacia la iglesia cuando fue secuestrado por un pequeño grupo de la policía secreta. Él mismo nos relata lo que sucedió después:

 “Fui llevado a una prisión que estaba localizada a nueve metros bajo tierra, donde me mantuvieron incomunicado. Por espacio de varios años estuve preso en una celda, solo. Nunca permitieron ver la luz del sol, la luna, las estrellas, las flores. Nunca me permitieron ver a nadie, excepto los hombres que me interrogaban, castigaban y torturaban. Nunca me permitieron acceso a un libro o pedazo de papel. Años más tarde, cuando tuve que escribir, ni siquiera me acordaba como hacer una D mayúscula.

 “Y para que la experiencia y el sentir de aislamiento fuese aun peor, mantenía la prisión en pleno silencio. Aun los guardias usaban zapatos hechos de tela para que sus pasos no se pudieran escuchar.

 “Al principio nos colocaron en aislamiento, y eso de estar incomunicados era peor que la muerte. Cada uno de nosotros volvió a revivir sus pecados pasados y el descuido de responsabilidades. Todos sufrimos un increíble dolor en nuestros corazones al pensar que no habíamos hecho lo máximo por el Altísimo, por Aquel que dio su vida por nosotros en la cruz.

 “Me encontraba sumido en un gran dolor y remordimiento, cuando de pronto la pared de la cárcel comenzó a brillar como diamantes. He visto muchas cosas hermosas, pero nunca como las cosas hermosas que pude ver en aquella oscura celda bajo tierra. Nunca antes había yo escuchado música tan hermosa como la que escuché aquel día.

 “Jesús, el Rey de Reyes, estaba con nosotros. Pudimos ve sus ojos amorosos y comprensivos. Secó nuestras lágrimas. Nos envió palabras de amor y perdón. Supimos que todo lo que había sido malo en nuestras vidas había quedado en el pasado, había sido olvidado por Dios. Entonces llegaron los días maravillosos; la novia estaba en brazos del novio: estábamos con Cristo.

 “No estábamos conscientes de estar en prisión. A veces, cuando nos golpeaban y torturaban éramos como San Esteban, que mientras lo apedreaban no estaba consciente de sus verdugos ni de as piedras, sino que vio el cielo abierto y a Jesús sentado a la diestra del Padre. De igual manera, tampoco nosotros veíamos a los comunistas que nos torturaban. Estábamos rodeados de ángeles; estábamos con Dios.

 “Ya no creíamos en Dios, en Cristo y en los ángeles simplemente porque los versículos de la Biblia así lo decían. Ya no recordábamos versículos bíblicos. Nos acordamos de Dios porque lo experimentamos. Podemos decir con gran humildad junto a los apóstoles: “Lo que hemos visto con nuestros ojos, lo hemos escuchado con nuestros oídos, lo que hemos tocado con nuestros dedos, esto es lo que les anunciamos”.

 “Después de varios años de estar incomunicados, nos pusieron juntos en enormes celdas, donde a veces había 200 a 300 prisioneros en cada celda. No les diré toda la verdad, ya que no la podrían tolerar, pero una cosa sí les diré, los prisioneros cristianos eran golpeados y luego los amarraban a una cruz por cuatro días y cuatro noches sin interrupción. Entonces los comunistas los rodeaban, se mofaban de ellos y los insultaban con gritos sarcásticos: “Miren a su Cristo, cuán hermoso es, qué fragancias trae desde el cielo”. Entonces pateaban a los demás prisioneros y los obligaban a arrodillarse y adorar aquel embarrado crucifijo viviente.

 “Entonces llegaron los momentos más difíciles, los tiempos del lavado de cerebro. Ninguna persona que no haya experimentado el lavado de cerebro podrá comprender lo que la tortura significa. Desde las cinco de la mañana hasta las diez de la noche –diecisiete horas- teníamos que permanecer sentados perfectamente rectos. No nos permitían recostarnos o inclinar la cabeza. Cerrar los ojos era considerado como un crimen. Por diecisiete horas al día teníamos que escuchar: ‘¡El comunismo es bueno, el comunismo es bueno. El cristianismo es tontería, el cristianismo es tontería, el cristianismo es tontería. Ya nadie cree en Jesucristo, ya nadie cree en Jesucristo. Ríndete, ríndete, ríndete!’ Esto lo tuvimos que escuchar por días, semanas y años.

 “Finalmente, llegó lo peor. Los comunistas torturaron a los que creían en Dios. Los cristianos fueron torturados con un atizador de hierro candente, con una porra de goma, con palos y diversos tipos de métodos.

 “Y entonces ocurrió el milagro. Cuando las cosas estaban en su peor momento, cuando nos estaban torturando como nunca antes lo habían hecho, comenzamos a tener amor por los que nos torturaban. De la misma manera que una flor te recompensa con su perfume cuando la trituras bajo tus pies, cuanto más se mofaban de nosotros y nos torturaban, más compasión y amor sentíamos por los que nos torturaban”.

 Muchos le han preguntado a Wurmbrand:

 -¿Cómo es posible amar a alguien que te está torturando?

 Él responde de la siguiente manera:

 -Mirando a los hombres… no como son, sino como llegarán a ser… yo también podía ver en nuestros perseguidores a un Saulo de Tarso, a un futuro apóstol Pablo. Muchos de los oficiales de la policía secreta a quienes les testificamos se convirtieron en cristianos y también se regocijaron de sufrir en prisión igual que nosotros por haber encontrado al Señor Jesucristo. A pesar de que nos castigaron con el látigo, como lo hicieron con Pablo, pudimos ver en nuestros carceleros el potencial de un carcelero de Filipo quien también se convirtió. Soñábamos con que muy pronto nos preguntarían: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”

 “Fue en la prisión donde encontramos la esperanza de salvación para los comunistas. Fue allí donde desarrollamos un sentir de responsabilidad hacia ellos. Fue en las prisiones comunistas donde nació la idea de una misión cristiana hacia los comunistas. Nos preguntamos: “¿Qué podemos hacer para ganar a estos hombres para Cristo?”

 Las puertas del cielo no están cerradas para los comunistas, ni tampoco se ha apagado la luz para ellos. Ellos también pueden arrepentirse igual que cualquier otro. Y somos nosotros quienes debemos llamarlos al arrepentimiento. Solo el amor puede producir un cambio en el comunista y en el terrorista.

Cuando el pastor Wurmbrand fue dejado en libertad en 1956, reanudó su trabajo con la iglesia clandestina. En el año 1959 fue entregado nuevamente a las autoridades, y en esta ocasión quien lo traicionó fue uno de sus colaboradores. Fue puesto en libertad por segunda vez en el año 1964.

 En el 1965, unos amigos le pagaron al gobierno la suma de 10.000 dólares para que la familia Wurmbrand pudiera salir del país. Juntos viajaron hacia Escandinavia e Inglaterra, antes de venir a los Estados Unidos.

 En el mes de mayo de ese mismo año, Richard dio testimonio ante el Subcomité de Seguridad Interna del Senado, en Washington, DC, donde se desnudó hasta la cintura para mostrar dieciocho profundas heridas causadas por la tortura.

 En el año 1967, los Wurmbrand comenzaron oficialmente su ministerio hacia los comunistas bajo el nombre de Jesús para el Mundo Comunista. Hoy día tal ministerio se conoce como la Voz de los Mártires, el cual está dedicado a servir a la iglesia perseguida dondequiera que esta se encuentre. 

En 1991-1992 pudimos ver el colapso del comunismo en la Unión Soviética y en Europa Oriental, y a su vez también vimos el fin de la persecución de creyentes bajo el auspicio del gobierno. Mirando hacia atrás, es fácil ver que las oraciones y los esfuerzos de ministerios como La Voz de los Mártires fueron clave en la nueva libertad que el evangelio ha hallado en estos lugares. Allí donde no hace mucho tiempo, mártires como Richard y Sabina (quienes también sufrieron tres años en una cárcel) fueron torturados por su fe, está comenzando un avivamiento. La Voz de los Mártires continúa en su dedicación de ver que las mismas libertades sean alcanzadas en aquellas naciones que hoy día continúan persiguiendo a los cristianos.