Chiu-Chin-Hsiu y Ho-Hsiu-Tzu
Jiangxi, China Continental - Durante la era de la Guardia Roja, 1966-1969
Las dos jóvenes cristianas esperaban en el patio de la prisión por la ejecución que había sido anunciada. Un compañero de prisión que observaba la escena desde su celda describió sus rostros como pálidos, pero increíblemente hermosos; muy tristes, pero dulces. Humanamente hablando, las dos estaban atemorizadas. Pero Chiu-Chin-Hsiu y Ho-Hsiu-Tzu habían tomado la decisión de someterse a la muerte sin renunciar a su fe.
Escoltado por guardias renegados, el verdugo se acercó con revólver en la mano. ¡Era el pastor de las jóvenes! Él también había sido sentenciado a morir junto con ellas. Pero, como en muchas otras ocasiones en la historia de la iglesia, los perseguidores lo habían tentado. Le habían prometido libertad si disparaba a las jóvenes. Y él aceptó.
Las dos jóvenes hablaron entre sí en voz baja, y se inclinaron respetuosamente ante su pastor. Una de ellas dijo: “Antes que dispares, queremos darte las gracias de todo corazón por lo que has significado para nosotras. Nos bautizaste, nos enseñaste el camino de la vida eterna, y nos serviste la santa comunión con la misma mano en la cual ahora sostienes el revólver.
“También nos enseñaste que nosotros los cristianos a veces somos débiles y cometemos pecados terribles, pero que los mismos pueden ser perdonados. Cuando sientas remordimientos por lo que estás a punto de hacer con nosotras, no te desesperes como Judas, sino arrepiéntete como Pedro. Dios te bendiga, y recuerda que nuestro último pensamiento no fue de indignación en contra de tu falta. Cada cual pasa por momentos de tinieblas.
“Que Dios te recompense por todo el bien que has hecho a nuestro favor. Nosotras moriremos agradecidas”.
Ambas volvieron a inclinarse respetuosamente ante el pastor.
El corazón del pastor estaba endurecido, y les disparó a las dos jóvenes.
Poco tiempo después, él también murió a manos de los comunistas.
¿Qué hace un Loco Por Jesús cuando es traicionado por un amigo cercano? Demuestra al amor de Dios.
El amor [el amor de Dios en nosotros] no es arrogante ni egoísta ni grosero; no trata de salirse siempre con la suya; no es irritable ni quisquilloso; no guarda rencor… El que ama es fiel a ese amor, cuéstele lo que le cueste; siempre confía en la persona amada, espera de ella lo mejor y la defiende con firmeza.
El apóstol Pablo - Martirizado en Roma el año 65 d. C.(1 CORINTIOS 13: 5, 7, LBAD)