miércoles, 26 de noviembre de 2008

Nooma - Shells


Nooma - Today (Hoy) Parte 2


Nooma - Today (Hoy) Parte 1


Nooma - Store (Mercado) Parte 2


Nooma - Store (Mercado) Parte 1


Nooma - You (Tú) Parte 2


Nooma - You (Tú) Parte 1


Nooma - Breathe (Respiración) Parte 2


Nooma - Breath (Respiración) Parte 1


Nooma - Rich (Rico) Parte 2


Nooma - Rich (Rico) Parte 1


Nooma - Matthew (Mateo) Parte 2


Nooma - Matthew (Mateo) Parte 1


Nooma - Rythm (Ritmo) Parte 2


Nooma - Rythm (Ritmo) Parte 1


Nooma - Lump


Nooma - Dust (Polvo) Parte 2


Nooma - Dust (Polvo) Parte 1


Nooma - Luggage (Equipaje) Parte 2


Nooma - Luggage (Equipaje) Parte 1


Nooma - Kickball (Pelotazo)


Nooma - Noise (Ruido)


Nooma - Sunday (Domingo)


Nooma - Trees (Árboles) Parte 2


Nooma - Trees (Árboles) Parte 1


Nooma - Flame (Llama)


Nooma - Rain (Lluvia)


Cuando el pecado funciona bien



Por Howard Andruejol

El reconocido pionero y experto en el campo del desarrollo cognitivo, Jean Piaget, describió que los pensamientos de los jóvenes son por lo general idealistas. Hace unos días tuve la oportunidad de corroborar dicha afirmación, como un concepto extendido en una pareja de novios. Como mucho entusiasmo, la chica (una amiga a quien hace poco tiempo conocí) me comentó que estaban muy prontos a casarse, noticia que confieso me alegró muchísimo. Luego, añadió con emoción que ¡esta sería una boda diferente a cualquier ceremonia tradicional! Me aclaró que no se refería precisamente al evento, sino al hecho que ella y su pareja llevaban ya varios meses viviendo juntos. (Sorpresa. No lo sabía.) Habían compartido libremente como pareja, todo con una muy buena intención, con el permiso y consentimiento de sus padres incluso. Por supuesto, ellos querían aprender a amarse, a disfrutarse el uno al otro, a “conocerse” (desde hábitos, carácter, personalidad, hasta su sexualidad). Me contó también ¡cuánto disfrutaban de una relación maravillosa! (y debo confesar aquí que ella se veía mucho más feliz que otras parejas cristianas que conozco). Finalmente agregó que al llegar el día de su boda, ambos buscaban la bendición de Dios para su relación. (Sorpresa. No supe que decir.)

Para cualquiera de nosotros con cierto grado de conocimiento (o madurez) espiritual, sería evidentemente sencillo describir la relación de esta señorita con su novio como una falta a los principios de Dios. Llamaríamos su pecado fornicación. En efecto, eso es; no obstante, ellos lo llamarían una bendición.

Recientemente también leí un mensaje publicado en el foro de mi sitio en Internet. Un joven cristiano escribía para buscar un consejo en medio de una situación difícil. Transcribo aquí la primera parte de su mensaje (y mientras lo lees, te animaría a ir pensando que le responderías a este chico):

Tengo 22 años, mis padres son pastores. Hace 2 meses me puse de novio con la secretaria de la iglesia de 23 años (la conozco hace 4), es hermosa, la amo y sé que es la mujer de mi vida. El tema es que todo se fue dando muy rápido. Yo era virgen, ella no y le pesaba mucho. Nos dejamos llevar por nuestros deseos y tuvimos relaciones varias veces en una semana. En estos días ella comenzó a tener pequeños síntomas que nos alarmaron y nos llevan a pensar que quizá esté embarazada.

La pregunta específicamente es planteada en la segunda parte de su mensaje; aunque uno casi puede intuir cuál será. Podemos ya anticiparnos a saber qué va a decir, cómo se siente, y cuáles son sus alternativas inmediatas para lidiar con el pecado. Pues bien, continuemos leyendo entonces su caso.

Mi problema es que estoy MUY FELIZ, sé que estuvo mal, sé que pequé y me arrepentí delante de Dios, pero tener un hijo con ella es lo más hermoso que me pueda pasar. Obviamente voy a reconocer a mi hijo y a casarme con ella. Todavía no he hablado con mis padres... es un tema que me pesa mucho, pero más me pesa estar tan contento.... ¿qué hago?

Un caso más de un pecado “bonito”, casi “positivo”. Aquellos de nosotros que quizás hemos crecido más bien con un pensamiento pesimista, posiblemente hubiésemos saltado a defender la fe, y promulgar que la Biblia declara que relaciones como estas son catalogadas como pecaminosas. Tal vez para afirmar nuestro juicio, habríamos recurrido a señalamientos como "el pecado no puede hacerte realmente feliz". O bien, con el deseo de convencer a una pareja que no se desenvuelva en este tipo de relación, habríamos agregado la mala noticia de las posibles consecuencias (embarazo no deseado, infidelidad, enfermedades de transmisión sexual, sentimiento de culpa o de baja autoestima, desaprobación de los padres y la sociedad, y otros más en el repertorio). No obstante, en estos casos, y en muchos otros, este bagaje de argumentos resulta poco efectivo.

Recientemente he tenido que hacerme la pregunta (como si me aconsejara a mí mismo) sobre las razones que tengo para no pecar. Y es que muchas veces aparece frente a mí la tentación con su sutil y enfermizo engaño, y me detengo a pensar qué impide que no ceda a su seducción. En algunos casos, mi cuestionamiento más bien busca qué me motiva para rechazarla (pienso que son dos cosas diferentes).

Lógicamente, he aprendido tres grandes argumentos que intentan detenernos en nuestra búsqueda del pecado (así fui educad, con muy buena intensión): la culpa, la vergüenza, y las consecuencias.

En el primer caso hemos dicho que el pecado te hace sentir miserable (y créanme, lo he experimentado –generalmente veo atrás y me pregunto cómo pude ser tan tonto de hacer o decir aquello). Naturalmente, le hemos dicho a cualquiera que está jugando con el pecado, que éste cobrará su factura haciéndole sentir muy mal, castigándole con tristeza y remordimiento demasiado pesados para desear. Muchas veces es así. Pero, ¿qué de aquellas situaciones cuando el pecado realmente te hace sentir mejor? ¿Las has visto? ¿Las has experimentado? Bueno, ¿qué tal una tensión comprometedora donde la mentira te provee una salida y un alivio? ¿Qué de aquel pecado sexual que te hace sentir feliz? ¿Qué de aquel rey que luego de su adulterio con Betsabé encontró la paz y la solución a sus problemas al asesinar a Urías? El sentimiento de culpa no será siempre el mejor antídoto.

En el segundo caso, apelamos a la dignidad y el testimonio. ¡Qué vergonzoso y humillante sería ser descubiertos en pecado! Quizás debo agregar, ¡qué miedo! Nuevamente, también lo he vivido (y no es muy agradable estar platicando frente a frente con alguien que tiene preguntas acerca de las cosas que yo pensaba que nadie sabía). Sin embargo, ¿no es cierto que sería posible desarrollar tal habilidad para no ser descubiertos, a tal grado que podríamos guardar el pecado en secreto? ¿No es esto lo que nos sorprende cuando una pareja de novios que lideran algún ministerio nos confiesa acerca de sus encuentros sexuales? ¿No es esto lo que nos asusta de cualquier otro pecado sexual? ¿Y qué del rencor, la envidia, o el odio? ¿Dónde dejaríamos los problemas con trastornos alimenticios? Nadie lo sabe, nadie los ve; todos son secretos. Y otra vez, parece que nuestro argumento no funciona.

En tercer lugar, nuestro intento de persuadir nuestras decisiones lejos del pecado se concentra en las consecuencias negativas del mismo. Por supuesto, creo que el pecado nunca trae bendición, pero tampoco veo en la vida práctica como trae todas las maldiciones que normalmente promulgamos. De hecho, aquí también es posible aprender a controlar las consecuencias, y a sobrevivir con ellas. De hecho podríamos debatir entre las consecuencias inmediatas y las de largo plazo; las individuales y las que afectan a quienes nos rodean. Pero no creo que estos debates sean de mucha relevancia para el chico que prefiere ver pornografía y masturbarse que salir a tener relaciones sexuales. No creo que sea gran cosa para aquellos que violan la ley y no son atrapados (lo vivo a diario cuando veo que personas transgreden las normas de tránsito y llegan antes que yo a sus destinos). Tampoco creo que esto limite la rebeldía. El temor a lo que pueda pasar no es algo que nos frene de pecar; más bien parece que nos desafía a encontrar otra manera de desviar lo que podría acontecer. En efecto, cuando hablamos de consecuencias, tenemos que reconocer que hablamos de riesgos y no de hechos.

En pocas palabras, tenemos que aceptar la realidad que muchas veces el pecado no nos hace sentir mal, no es descubierto, y tampoco nos garantiza un rayo del cielo. En lugar de aprender a abandonar el pecado, estamos descubriendo formas de no culparnos por él, estrategias para esconderlo y mecanismos para controlar sus frutos negativos. Nuestros tres argumentos principales contra la desobediencia, derribados.

En ningún momento estoy abogando a favor del pecado. No estoy afirmando que sea una bendición, un beneficio desobedecer. Más bien pretendo indagar (de nuevo) acerca de las razones, las explicaciones, los argumentos, para llevar una vida de santidad. En otras palabras, ¿cuál es entonces una buena razón para no pecar? ¿Qué es lo que debe pues motivarnos a vivir en obediencia?

Sin lugar a duda, encontramos desde la creación que el pecado tiene serias consecuencias sobre nuestra persona (Génesis 2:16,17). Adicionalmente, sabemos con certeza que Dios es fiel en disciplinar (discipular) a sus hijos cuando es necesario; es decir, en el momento de la desobediencia, Dios interviene a nuestro favor y nos corrige (Hebreos 12:5,6).

No obstante, se hace totalmente inútil el seguir centrando nuestra argumentación acerca del pecado en nosotros mismos (culpabilidad, vergüenza y consecuencias). Me atrevo a agregar que nuestra opinión sobre el tema mismo ni siquiera cuenta (o sea, ¿te parece justo que la humanidad entera pague el precio de la muerte eterna solamente porque dos personas decidieron comer la fruta equivocada?).

Al enfocarnos en nosotros mismos, y por ende en nuestra propia opinión, seremos presa fácil del relativismo moral. Cada uno tendrá su propio punto de vista, su propia verdad, su propia historia que narrar. Cada cual se convertirá en juez de su misma existencia. Daremos paso a la mente subjetiva y concluiremos que solamente porque algo sea malo para ti, no tiene que ser malo para mí.

Sin embargo, si vamos a convertirnos en hombres y mujeres guiados por el Espíritu, entonces tendremos que reconocer una razón superior para vivir en la pureza de la santidad y desechar el engaño del pecado. Tu opinión y la mía no cuentan. Tendremos que orientar nuestra decisión de obedecer más allá de las consecuencias, por encima de la simple sumisión a las normas escritas. Cada cosa tiene su lugar.

Remontémonos por un momento al relato de Deuteronomio 6. Este es un pasaje fundamental en la fe del pueblo de Dios, una norma de prioridad en el hijo de Dios (Mateo 22:34-40).
El verso 1 declara: “Éstos son los mandamientos, preceptos y normas que el Señor tu Dios mandó que yo te enseñara, para que los pongas en práctica en la tierra de la que vas a tomar posesión”. Dios está hablando muy en serio aquí. Por medio de las palabras “mandamientos”, “preceptos”,
“normas” vemos que esto no ha sido dejado al gusto del lector, en calidad de sugerencia. La obediencia requerida es sin lugar a duda una exigencia. El emisor de la orden es el mismo Dios, el Señor. Luego, encontramos en seguida una descripción de las consecuencias de la obediencia. Después de la orden, viene la recompensa. Los versos 2 y 3 afirman: “para que durante toda tu vida tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy, y para que disfrutes de larga vida. Escucha, Israel, y esfuérzate en obedecer. Así te irá bien y serás un pueblo muy numeroso en la tierra donde abundan la leche y la miel, tal como te lo prometió el Señor, el Dios de tus antepasados.” Como era de esperarse, el resultado de seguir las normas es la bendición. Sin embargo, los siguientes dos versos cobrar un giro dramático, hasta cierto punto inesperado en la narración. De la orden y las consecuencias, nos movemos hacia un nivel superior. Seamos francos. Nosotros solemos dejar en nuestro razonamiento del pecado y la obediencia solamente al ras de lo humano, de las normas y los resultados. Tratamos de motivar y convencer a otros en este mismo plano (incluso nos predicamos a nosotros mismos esas lecciones). Pero muy pocas veces hemos entendido que lo más importante en nuestra vida no es el seguir normas. Pocas veces hemos comprendido que la prioridad de nuestra existencia no es solamente cumplir con la religión ni tampoco simplemente obedecer la Biblia.Hemos sido llamados para gozar de una relación personal con el Dios verdadero. “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando.” (v.4-6)
La orden, el mandamiento principal gira alrededor de una relación. El amor a Dios es la motivación correcta para obedecer todos sus mandamientos. La entrega total en esa relación es el verdadero mandamiento a obedecer.
Cada vez que puedo, aprovecho las oportunidades para que todos se enteren que no me gusta la cebolla (así que, por si no lo sabías, ya te enteraste). Sin embargo, a mi esposa, le encanta la cebolla (he allí un problema). Así que muchas veces tenemos que tomar decisiones acerca de los alimentos, especialmente cuando se trata de ordenar una pizza. A mí me gusta sin cebolla, y a ella le gusta con… eso (ya ni quiero escribir la palabra). Por supuesto, hay varias formas creativas de resolver el asunto, pero he notado que la solución más común al dilema es que mi esposa decide que nuestra pizza no contenga cebolla. ¿La razón de su decisión? No es que no le guste (le encanta), no es que sea dañina para su salud (al contrario), no es que no tenga ganas (ella se sacrifica).

Sencillamente, pienso que es una decisión de amor. Porque me ama, y quiere agradarme (y claro, no quiere perder la bendición de mis besos), ella decide libremente honrarme. Es por una relación no centrada en ella misma que puede actuar así.

De manera similar, voy a tomar la decisión consciente de no pecar porque amo a Dios. Voy a dar los pasos firmes para alejarme de mi desobediencia porque amo a Dios. Voy a pagar el precio de morir a mis deseos porque amo a Dios. No voy a centrarme en mi mismo, mis argumentos, mis beneficios, mis sacrificios, mis opiniones, sino en Dios y mi relación de amor con él.
Debido a que tengo una relación personal con el Dios verdadero, cada día de mi vida me esforzaré por amarle más en obediencia. Procuraré que mis pensamientos, palabras y acciones no sean desagradables para Él. Si voy a ser santo, será porque Él es santo (I Pedro 1:16; Levítico 11:44,45; 19:2). Si voy a obedecer, es porque le amo (Juan 14:15).

Es tiempo de regresar a esa intimidad con Dios, y abandonar cualquier lógica en exceso que justifique o condene nuestra conducta. No importa si tu pecado funciona bien (y dicho sea de paso, espero que no sea así). Deberás abandonarlo por algo más importante: tu relación de amor con Dios.

Él sigue exigiendo y una santidad intachable, deseando diariamente relacionarse contigo sin estorbos. Él sigue buscando las oportunidades de premiar tu obediencia. Quizás la próxima vez que la tentación aceche, o que consideres que pecar no sería tan malo, podrías recordar tu relación de amor con Dios. 

Cosas que le fascinan al diablo de los cristianos



  •       En el automóvil tienen calcomanías de Jesús por todos lados, pero conducen como endemoniados.
  •        Como si fueran «pescadores» usan «pescaditos», tienen ilusión que eso los hace cristianos.
  •    Critican a los vecinos porque hasta la madrugada les duró el fiestón, pero en la reunión del domingo despiertan al vecindario con «echó a la mar los carros del Faraón…»
  •     Llegan temprano al culto los domingos porque son «buenos servidores», durante la semana llegan tarde al trabajo porque son malos trabajadores.
  •        Los papás prefieren salvar al mundo entero y quedar bien con el pastor, en lugar de salvar a sus propios hijos y quedar bien con el Señor.
  •        Oran en voz alta enfrente del palacio de gobierno: «Que Dios prospere a nuestro país en esta marcha venimos a pedir», y al mismo tiempo buscan la mejor manera de los impuestos evadir.
  •        Enseñan que Jesús nació «como pobre», pero le ponen un precio a todo lo que tiene su nombre.
  •    Como predican: «Si eres de los nuestros al cielo subes», ponen el precio de entrada de sus eventos por las nubes.
  •     Entre sí se llaman «hermanos» como si fueran familia, pero viven como enemigos teniéndose envidia.
  •      Dicen que Jesús vino a liberar, pero usan las reglas para esclavizar.
  •     Le piden dinero a la gente más de lo que se lo piden a Dios, dicen: «Si tú me das uno el Señor te da dos».
  •     Se enorgullecen de conocer mucho la Palabra de Dios, y como conocen muy poco al Dios de la Palabra, no reconocen su voz.
  •     Hablan más de sus pastores que lo que hablan de Jesús, prefieren contar de su iglesia que contar de la cruz.
  •    Los jóvenes danzan y danzan aunque el cuerpo les duela, pero son tan haraganes que les va mal en la escuela.
  •     Los viejos critican y critican a la nueva generación, olvidándose de que las almas importan más que la tradición.
  •   En camisetas, música y conciertos invierten su dinero, pero no tienen para sostener a un misionero.
  •    En su iglesia todos quieren tener al presidente, al empresario y al profesional, nadie quiere al drogadicto, a la prostituta o al homosexual.
  •    De autonombrarse líderes del pueblo se toman la libertad, olvidándose de que si de veras fueran siervos ejercerían la humildad.
  •   Invierten millones en sus medios de comunicación, pero los usan para engrandecerse y causar división.
  •     Al mismo tiempo que discuten quién tiene la razón y la verdad, su país camina en perdición y oscuridad.
  •     A Jesús lo llaman Señor, se lo repiten sin cesar, pero no importa pues parece que nunca lo van a honrar.
  •    Cantan «Firmes y adelante», pero se quedan en su iglesia y no van a ninguna parte.
  •     Mientras los cristianos en su mundo se divierten, Jesús llora en silencio por las almas que se pierden. 

Carta del diablo a los cristianos



From:«luzy-fer» <666@elinfierno.com>

Date: Milenio Eterno PM Lago de Fuego/Hades

To: cristianitos@laiglesia.net

Subject: Carta Abierta

Reply-To: <#&#!)*$@bestia.org>

 

Estimados cristianos:

¡Ay cristianitos, cómo me caen de bien! Últimamente se han estado portando como dicen sus jóvenes: con muy buena onda.

En años anteriores me dieron muchos dolores de cabeza. Bueno, podría decir que hacían mi trabajo prácticamente imposible. Pero las cosas han cambiado ahora.

Yo tenía miedo de que si sus insignificantes iglesias crecían, tendría que desatender otras malas obras que tenía alrededor del mundo para dedicarme al pobrecito país en el que viven. Sin embargo, ¿cómo son las cosas, verdad? Me estaba preocupando por nada. Sí, parece que hay más de ustedes que hace unas décadas. Aunque me daban más problema cuando eran menos que ahora que son más. Antes trabajaban más unidos. Al parecer ahora se estorban el uno al otro. Existen lo que ustedes llaman «ministerios» pero realmente son sus pequeños reinos y cada uno se esfuerza por ser mejor y más grande que el otro. Tengo que confesar que me da un poco de celos porque antes yo era la competencia, hoy, compiten entre ustedes.

No me había percatado de todo esto porque a veces no soy tan inteligente como sus predicadores dicen que soy, pero un demonio mío que tengo de espía en uno de sus llamados «ministerios» me hizo ver que lo mejor era dejarlos crecer. Hacer que se ocuparan en el crecimiento numérico para que no le pusieran atención al crecimiento espiritual. Di órdenes entonces de que nadie estorbara sus planes de trabajo. Ha funcionado.

La iglesia… ¡huy que miedo! ¿Quieren saber la verdad? Me dan risa. No sé ni donde quedan sus iglesias. Bueno, aunque pocas veces digo la verdad, tengo que confesar que algunas sí sé donde quedan porque paso por allí de vez en cuando a alimentar el orgullo y la envidia. Las demás… esas se alimentan solas.

Al principio me ponía nervioso cuando veía que sus iglesitas crecían. Pero luego me di cuenta que de hacer bulla y cantar desafinados no pasaban. Aahh, se la pasan ladrando, pero hasta ahora no me han mordido. Han mordido a otros que llaman hermanos, pero a mí no me hacen daño.

Fíjese usted: El domingo en la mañana todos se visten con sus mejores trajes y vestidos. Se ven muy bien (y ellos lo saben), pero no me impresionan. Me impresionarían si vivieran como se visten. Pero no.

Cuantos, cantan, cantan y cantan. Bailan, brincan, danzan, se ríen, se tiran al suelo, gritan (¡como si su Dios estuviera sordo!) y hacen muchas cosas. Pero no me ponen nervioso. Tampoco me ponen nervioso lo que se creen muy piadosos siendo muy formales. Los que sí me ponen nervioso son los cristianitos que no son hipócritas, los que viven lo que predican. Son esos que aunque nadie los esté viendo son puros y humildes (¡aaaaahhhh, qué mal me caen estas palabritas! #$%*!#).

Luego están los famosos «eventos cristianos». En realidad esto es una contradicción de términos porque la mayoría no son ni eventos ni cristianos. Ustedes, mis queridos cristianitos, no saben lo que es un evento. Esos son los que yo hago. Son sucesos que dejan una marca en la vida de la gente. Yo sé lo que digo, pues a eso me dedico. Todo es un evento para mí, desde el principio. Incluso cuando me echaron de mi primera casa, lo transformé en todo un acontecimiento llenando el cielo con mi luz. Algunos dicen que fue porque caí, la verdad… solo quería llamar la atención. Dicen por ahí que en el final (no sé cuando será eso) va a tener lugar un gran evento… ya veremos.

En fin, los programas que yo hago tienen mejor calidad que los de ustedes, y eso deja una marca en la vida de la gente. Ustedes son desorganizados. Empiezan tarde, buscan la forma de ahorrarse la mayor cantidad posible de dinero, todos quieren hacer uso del micrófono (lo peor de todo es que lo permiten). Algo podrían aprender de mí. La gente llega a mis eventos porque son buenos, no porque yo, el gran diablo, los organiza.

De cristianas sus actividades no tienen nada. Si así fuera, el propósito, creo yo —como diablo tengo mi humilde opinión— sería el de hacer conocer el nombre de ese Tipo (#$%&!!@#) que clavé en la cruz hace más o menos dos mil años (no me maldigan porque ustedes también lo clavan todos los días). Pero sus llamados «eventos» no son sino intentos de hacer dinero, de darse a conocer o de no quedarse atrás porque otros también están haciendo «eventos». Me doy cuenta de que la competencia entre ustedes es más feroz que en el mundo que yo manipulo. Cada uno hace lo imposible por invitar a una celebridad más famosa que la de la actividad anterior. Me causa risa que en su aburrida publicidad usan más el nombre de las celebridades que invitan que el nombre del Tipo ese al que se supone que sirven. Realmente no veo por qué ustedes piensan que son tan diferentes a los del mundo. Al mismo tiempo que con tanta agresividad sus predicadorcitos critican al mundo del entretenimiento que yo domino, ustedes han edificado su propio mundito de entretenimiento cristianito… y que es muy aburrido, por cierto, porque ni a mí me entretienen.

Ay cristianitos, si son tantos, ¿por qué están haciendo tan poco? Si son tan buenos, ¿por qué me permiten hacer tanto mal? Si son tan humildes, ¿por qué se exaltan demasiado? Si son tan amorosos, ¿por qué se pelean de esa forma? Pero no cambien, sigan así, por favor.

Sigan usando los medios de comunicación para hablarse entre ustedes. Yo temblaba ante la idea de que los fueran a usar para hablarle a los que no saben nada del Tipo ese (¡no digo que su nombre porque me da no sé qué!). Porque hay gente que gracias a mí, y a ustedes también, nunca ha oído de él. Pero me agrada mucho que estén usando los medios para promover sus propias causas y hacer sus propias campañas publicitarias, apoyando sus propios nombramientos y construyendo sus propios reinos. Continúen usándolos así porque mientras más edifiquen sus reinitos menos amenaza son para el mío.

Sigan así, criticándose públicamente unos a otros. ¡Aaaahhhh!... es tan bueno tener aliados dentro del ejército enemigo. ¡Qué bueno que existen los medios de comunicación para que todo su país se dé cuenta de que en verdad no se aman! Que cada uno piensa que tiene el monopolio de la verdad y que los otros «hermanos», como no estudiaron en el seminario, están totalmente equivocados. Yo pensaba que uno de mis mejores súbditos, mi querido demonio Disensión, estaba trabajando entre ustedes. Cuál fue mi sorpresa al saber que él andaba de vacaciones en Bariloche, Argentina y que ustedes solitos estaban haciéndome el favor.

Tengo curiosidad por saber qué pensará el Altísimo (bbbbbrrrrr) de todo eso. Ustedes dicen  y hasta cantan que son su pueblo. ¿Pueblo? Me parecen más un circo. A veces me divierten.

Una cosa les pido, hay algunos entre ustedes que no son muy conocidos ni sus nombres suenan mucho, pero allí están. Son humildes y tienen un corazón que busca la aprobación del Tipo Aquel, no la de todos ustedes. A esos no he podido llegarles, y tengo que confesar que hasta mis mejores enviados han sido frustrados. Amanecen de rodillas como si fueran siervos del Altísimo (sssssbbbbbrrrrr#%¡*#!!@$#). Y en silencio hablan bien de su hijo. La verdad —no la digo muy seguido— es que unos cuántos de estos son los que me van a arruinar. Lo que quiero es que los integren a su manera de pensar para que sean como ustedes. Eso me ayudaría mucho.

A estos los tengo en la mira. Mi meta es que dejen de ser humildes, serviciales, íntegros. Algo tengo que hacer para que sean orgullosos; algo tengo que hacer para que piensen que solo ellos están totalmente en la verdad y todos los demás «hermanitos» están equivocados. Es importante que pienses que ya no existen milagros, que ya se le acabó la fuerza al Altísimo (ggggggssssssss). Que crean que quienes no cantan, bailan, oran, hablan y ríen como ellos están en el camino equivocado. Necesito que critiquen y miren con indiferencia a las demás personas. Que compitan para ve a quién le regalaron el mejor vehículo. Que dejen de pensar en los pobres y necesitados. Que no visiten al prisionero. Tengo que lograr que no le den de comer al hambriento. Mi intención es que se olviden del enfermo y de otras cosas importantes como los niños y los jóvenes.

Es imperativo que sigan haciendo todo como se ha hecho antes. Que no se den cuenta de que hay una nueva cultura que piensa y actúa diferente.

Que el evangelio (¡aaaauuuuugggggghhhh!) se debe proporcionar como medicina amarga y no como leche y miel, al fin y al cabo si la gente lo necesita que se lo trague aunque sea amargo.

Como a mí se me dio el control, cambié las reglas del juego en la cultura sin que nadie se diera cuenta, especialmente ustedes. Se me parecen a la rana que meten en una olla de agua templada para que no se asuste y poco a poco se va aumentando el calor para que muera hirviendo. Ni la rana ni ustedes se dan cuenta de los cambios de temperatura que hago. Para entonces la cultura será mía.

En fin no es mucho lo que quiero y son pocos a los que tengo que alcanzar.

¡Ah, se me olvidaba, les tengo un regalito! Como sé que les gusta poner papelitos y dibujitos por todos lados en sus iglesitas, les adjunto una lista de las cosas que me agradan de ustedes.

Y sobre todo reciban de mi muuuuuuuucho pero mmmuuucho amor. (De verás, créanme.)

Si desean escribirme lo pueden hacer a 666@elinfierno.com

 

Gracias

Lucy Fer

martes, 25 de noviembre de 2008

Crónicas de una muela



Crónicas de una muela
Por Ulises Oyarzún


Hola, soy una muela, un simple molar que vivo en medio de todos mis hermanos y hermanas, dientes de toda clase. Molares, incisivo, canino y pre-molares. Últimamente nuestra vida se ha visto envuelta en situaciones muy preocupantes.
Todo comenzó, cuando un día tuvimos una reunión administrativa y hablamos acerca de aquellos temas que nadie quiere tocar.
Nos dimos cuenta que entre nosotros hay dientes que siempre quieren aparecer al frente de la dirección de alguna actividad, pero no están dispuestos a servir sin que nadie les vea. Esos dientes "paletas" que desean afanosamente cargos para lucirse, aunque sirvan para la "pura foto". Reconocemos que Dios los puso para estar al frente, pero su labor no es sólo promover una linda sonrisa para las cámaras, sino trabajar en equipo en su rol específico.
Otro que nos ha traído problemas es el colmillo, pues aunque es sincero, muchas veces es insensible para decir las cosas. Inca sus filosos comentarios hasta lo profundo, según él, la mejor manera de hacer cambiar a las personas es con unos buenos "palos", pero lo único que provoca es temor, pues su liderazgo se funda en la prepotencia. Lamentablemente nadie de nosotros quiere acercarse a él, pues todos le tenemos miedo. Al parecer, no sabe lo que significa decir la VERDAD en AMOR.
Hace un poco de tiempo llegó a la congregación un nuevo hermano, él era un innovador y en un comienzo nos incomodó a muchos, sus formas de predicar, de liderar, de orar, eran muy diferentes, provocaba desajustes en cada lugar donde iba, si, en verdad era también muy crítico de las estructuras, sobretodo con la mandíbula de arriba que nunca se movía, pues guardaba con celo la "sana doctrina", aunque en el fondo, mas que doctrina era puro tradicionalismo.
Lamentablemente estigmatizaron al pobre hermano como la "muela del “juicio" y se encargaron de sacarlo de la congregación lo más pronto posible pues ponía en peligro la estructura.
Otra hermana que nos ha provocado más de alguna situación incómoda, es la lengua, que por sus características tan particulares, puede compartir con todos y estar en todos los rincones, pero también ha perjudicado en parte la comunión con sus chismes, sus malas palabras, sus malos consejos, sus apresuradas conclusiones en relación a hermanos, sus prejuicios, su rapidez para hablar en vez de escuchar. El otro día tuvimos un golpe fuerte, recibimos un puñetazo. Lamentablemente los primeros en caer fueron algunas paletas y colmillos, pues más que fundados en la encía, que es la Palabra, estaban fundadas en el dinero que les daba su puesto o el prestigio.
Después nos dimos cuenta que muchos de nosotros estábamos infectados por las caries del pecado y el sarro de vivir una doble vida, cosas que salieron a la luz después de esta crisis.
Cuanto anhelo aquellos días en que éramos como niños y si caíamos, nos volvíamos a levantar, aquellos días en que éramos unos "dientes de leche".
Cristo nos dijo que fuésemos como niños, pero es tan difícil tener una fe sencilla, cuando a veces vivir en esta congregación nos empuja a ser muy eficaces, administrativos, verdaderos gerentes, pero dejamos el evangelio que comienza con la alegría de vivir juntos , como verdaderos hermanos, experimentando una fe y amor que trascienda el culto y se expanda como un manto de alegría y esperanza para todos los días de la semana, compartiendo en las casas, juntándonos solo por juntarnos, para saber del otro, amándonos a pesar de las diferencias y perdonándonos cuando nos hemos fallado mutuamente.
Necesitamos la mano de nuestro dentista y Señor, para que nos limpie, nos restaure, nos tape el pecado con su gracia y nos de un aliento fresco.
Ven Señor!!! Abrimos las puertas de nuestra boca (Iglesia), reconocemos que hemos pecado, ven sánanos, límpianos y haz de nosotros un pueblo sin manchas, caries, sarros ni arruga.

¿Cómo "hacer" mejor el amor?



¿Cómo “hacer” mejor el amor?
Por Esteban Borguetti


Hoy se habla mucho de amores pero poco de “hacer” el amor en su verdadero sentido. ¿A qué nos referimos? Hoy hay una confusión de conceptos en cuanto a esto. Por eso hay que volver a describir el verdadero significado, aunque sea una cuestión difícil de conseguir. Hay que recuperar el término en su sentido teórico y práctico, y sobre todo, volver a descubrirlo en nuestra vida. Se identifica amor con sexo y la realidad es que en muchas relaciones sexuales el mayor ausente es el amor. Lo llamamos “hacer el amor” pero a veces, no es el sexo justamente el mejor camino para hacer EL AMOR.
Podemos hablar mucho sobre el amor, pero lo difícil es vivirlo. Somos expertos en amor en el momento de las teorías y los versos, en palabras, pero del amor práctico de la vida cotidiana, estamos muy lejos.
Es imposible hablar de verdadero amor y quedarnos solo en la teoría. Si pensamos por un momento en Jesús, El no sólo dijo amar sino que murió por amor. Al verdadero amor se lo traduce en acciones que demuestran el amor. No es solamente decir lo que uno siente, es demostrar con hechos que uno ama. Es buscar que, a través de mis HECHOS, alcance el bien y el crecimiento del otro.
El verdadero amor tiene dos caras que siempre van juntas y que una sin la otra sería insuficiente: por un lado la expresión verbal del amor y por el otro el hecho demostrativo de tal amor. Cuando el apóstol Pablo habla en 1º de Corintios 13 sobre el amor, expresa muy bien este principio al decir que puedo tener todos los “super dones”, hacer los “super milagros”, hablar las “super revelaciones”, entender lo más profundo de La Palabra, pero sino tengo amor, seré un “blef”, un careta, un hombre de doble ánimo, algo vacío, en definitiva el apóstol Pablo dice “NADA SOY”, ¿Fuerte no? Lo que Pablo intenta decirte es que para ser alguien, lo primero que tienes que desarrollar (antes de los súper dones) es la capacidad de vivir expresando y demostrando el amor.

El amor es una habilidad que se aprende, que se desarrolla con el otro. No se nace sabiendo amar, se nace con la capacidad para amar y con la necesidad de ser amado. Así como cualquier otra habilidad, por ejemplo la de tocar un instrumento musical, se debe desarrollar con la práctica, el ensayo, estudiando y permitiéndote equivocarte. El demostrar amor a otros y a la vez el sentirte amado por el otro, es el resultado de la práctica, de estar haciendo bien mi tarea, de que estoy en un lugar donde los demás ven y sienten mi amor y a la vez ellos me devuelven ese estilo de amor.
Fijate que interesante cuando Jesús dice que toda ley (la Biblia) podría resumirse en dos ideas y en ambas usa la palabra amor como centro; “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”, y el segundo es similar a este “amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Al hablar del amor al otro, Jesús, pone como regla o trabajo previo dos cosas muy importantes: amar a Dios y amarse a uno mismo. ¡Esto es la clave del amor verdadero!
La mejor forma de “hacer el amor” es cuando uno ama a Dios y se ama a sí mismo. Y cuando esta clase de amor se instala en nuestro corazón, fluye NATURALMENTE hacia otros. Y no hablo de esa clase de amor que anda dando besitos por todos lados, sino aquel amor que también pone límites, que sabe defenderse, que no deja que lo pisoteen, que sabe defender una idea, que actúa según prioridades y valores, que no hace las cosas bajo el dominio del miedo o del “¿que dirán?” No el “amor” que te esclaviza, sino aquel que te hace verdaderamente libre. Una vez le pregunte a un joven de mi iglesia “¿Por qué te cuidas de no pecar?” Y él me contesto “porque Dios se enoja”. Fijate que concepto tan errado; en vez de centrarse en el amor a Dios, se centra en el miedo al castigo de Dios. Es que podemos hacer las mismas cosas y basarnos en conceptos totalmente distintos, podemos vivir un evangelio centrado en el miedo u otro, el verdadero, disfrutando del AMOR de Dios y su libertad.
Como te decía, Dios centra toda su verdad, todo su evangelio en EL AMOR. El amor a Dios, el amor a uno mismo y la expresión de ese amor en el otro. Estos tres condimentos son de formula DIVINA e irremplazable.
Permitime hacer un poquito de hincapié en la parte de amarte a ti mismo. Normalmente definimos a este grado de amor por uno mismo como “autoestima” que es “El grado de valoración de sí mismo”.
Si me piden que prediga el comportamiento de una persona en tantas situaciones como le sea posible y solo puedo preguntar una sola cosa, con saber la puntuación de su autoestima me bastaría para suponer el resto de las conductas es su vida.
Se ha descubierto que el grado en que nos sentimos cómodos con nosotros mismos está relacionado con tantas otras áreas del funcionamiento personal que, en su mayor parte, los investigadores han perdido interés por estudiar la autoestima en si misma y han vuelto su atención hacia la investigación de áreas más específicas afectadas directamente por un pobre concepto de una mismo.
La autoestima está relacionada con la adaptación al entorno, quienes tienen autoestima alta presentan niveles altos de adaptación social que quienes tienen autoestima baja.
La gente con adecuada autoestima es menos ansiosa en una variedad de situaciones, y son menos propensos a ser deprimidos, irritables o agresivos.
Las personas que tienen autoestima baja son más propensas a tener sentimientos de resentimiento, enajenación e infelicidad. Las que tienen autoestima baja también son más propensas a experimentar insomnio y síntomas psicosomáticos.
“Es bastante improbable disfrutar de una pareja adecuada, lograr éxito en un trabajo o proyecto sin un mínimo de autoestima. Nuestra autoestima es especialmente propensa a mostrarse en nuestras relaciones con otras personas”, dice el material de "No más violencia" que utilizamos para dar clases en los colegios dentro del marco de la campaña “no más violencia va a la escuela”.
Las personas que se sienten bien consigo mismas tienen tendencia a que los demás les caigan bien y aceptar sus flaquezas. A causa de sus sentimientos genuinamente positivos hacia los demás y la aceptación de los demás, estas personas tienden a resaltar lo mejor en quienes los rodean. Un cliché que contiene más que un vislumbre de verdad es que “una persona que se siente bien consigo misma hace que las otras personas se sientan bien consigo mismas”.
El amarse y el amar a otros no es cuestión de sentir o no sentir, “hoy no siento amarte”… es cuestión de proponérselo. El mandato de Jesús es: “amaos los unos a los otros”. Por supuesto que este mandato de Jesús no implica andar de mil amores con aquellos que a propósito buscan hacerte mal, sino que se refiere a la verdadera expresión del amor; un amor que, como te dije antes, también pone límites, que se defiende, que da sin esperar recibir, que se entrega y cuida donde lo hace. El amor humano es un sentimiento de aprobación, de afirmación del otro. Es en primer lugar darle crédito, creerle al otro, permitirle con mi aceptación el desarrollo de lo mejor de él. Amar a alguien es darle lo mejor de uno.
Es importante ver que, donde hay amor están presentes:
1. Seguridad y protección. Es la característica que disfrutamos en un amor de amigos “en todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempos de angustia”. Las relaciones basadas en amor verdadero ofrecen a quienes están involucrados en ellas, la oportunidad de ser quien realmente es, no tener que fingir ser alguien por miedo al desplante o a la crítica. Poder cambiar y expresarme en la libertad de que no perderé la relación, estar seguro que el otro me quiere tal cual soy y que me proporcionará un ambiente de cuidado y protección de mi intimidad.
2. Estímulo. Una relación de amor, nos estimula a ver que no estamos solos en el mundo. Cuando amo, soy estímulo para el otro y le hago sentir que contará conmigo en tiempos adversos y de bonanza. Cuando uno estimula al otro lo desafía a crecer, a veces hasta superarlo, porque el que ama utiliza sus capacidades y habilidades para levantar al otro por encima de uno mismo. La clave del estimulo reside en descubrir las virtudes y habilidades del otro y edificarlo sobre esas cualidades. Para que esto se de, es necesario una correcta valoración de mí mismo y no ver al otro como mi competidor, sino como parte de “un mismo cuerpo”.
Debemos buscar lo mejor dentro del otro. Buscar y hacer aparecer lo mejor que hay dentro del otro, creer en el otro hasta que este crea en sí mismo y pueda demostrar sus grandezas.
3. Sentido de pertenencia. Sentirse amado es sentir que se pertenece a algo. No sentirse excluido o rechazado, sí, quizás, corregido y confrontado, pero siempre proporcionando un sentirse incluido en el mundo interior del que me ama.
Nos hace sentir bien el ver que alguien me abrió su mundo interior para hacerme parte del mismo. Es muy confortable pertenecer a algo. Habiendo recibido los beneficios de la pertenencia, desearemos ayudar a otros a sentirse incluidos.
4. Fidelidad. El Señor desestima el corazón dividido, aquel que tiene doble ánimo. El Señor nos llama a ser fiel con lo que amamos. Ser fiel en el noviazgo, ser fiel en el matrimonio, ser fiel en las relaciones de amistad. El Señor Jesús fue el sumo exponente de la fidelidad “porque fiel es el que prometió” Hechos 10.23, 2 Timoteo 2.13.
La naturaleza del amor de Dios es fidelidad y nosotros como su pueblo somos parte de esa naturaleza. Romanos 8.35.

Como cristianos, debemos aprender a “hacer el amor”, y en este jueguito de palabras que a propósito uso, busco desafiarte a que utilices cada experiencia que Dios te permite vivir para aprender, desarrollar y “hacer” (pasar a actos) un amor tal que IMPACTE e INFLUENCIA a esta sociedad, y más específicamente a tus amigos y contactos. Desafiarte a que no te quedes en teorías y palabras, sino que por medio de tus hechos los demás crean y sean bendecidos.
Termino diciéndote que la clave que Jesús nos dejo para demostrar que somos sus seguidores es: “y conocerán que sois mis discípulos cuando os améis los unos a los otros”, no es cuestión de decirlo, hay que vivirlo.

Historias de verdaderos Locos por Jesús



Chiu-Chin-Hsiu y Ho-Hsiu-Tzu

Jiangxi, China Continental - Durante la era de la Guardia Roja, 1966-1969


Las dos jóvenes cristianas esperaban en el patio de la prisión por la ejecución que había sido anunciada. Un compañero de prisión que observaba la escena desde su celda describió sus rostros como pálidos, pero increíblemente hermosos; muy tristes, pero dulces. Humanamente hablando, las dos estaban atemorizadas. Pero Chiu-Chin-Hsiu y Ho-Hsiu-Tzu habían tomado la decisión de someterse a la muerte sin renunciar a su fe.

Escoltado por guardias renegados, el verdugo se acercó con revólver en la mano. ¡Era el pastor de las jóvenes! Él también había sido sentenciado a morir junto con ellas. Pero, como en muchas otras ocasiones en la historia de la iglesia, los perseguidores lo habían tentado. Le habían prometido libertad si disparaba a las jóvenes. Y él aceptó.

Las dos jóvenes hablaron entre sí en voz baja, y se inclinaron respetuosamente ante su pastor. Una de ellas dijo: “Antes que dispares, queremos darte las gracias de todo corazón por lo que has significado para nosotras. Nos bautizaste, nos enseñaste el camino de la vida eterna, y nos serviste la santa comunión con la misma mano en la cual ahora sostienes el revólver.

“También nos enseñaste que nosotros los cristianos a veces somos débiles y cometemos pecados terribles, pero que los mismos pueden ser perdonados. Cuando sientas remordimientos por lo que estás a punto de hacer con nosotras, no te desesperes como Judas, sino arrepiéntete como Pedro. Dios te bendiga, y recuerda que nuestro último pensamiento no fue de indignación en contra de tu falta. Cada cual pasa por momentos de tinieblas.

“Que Dios te recompense por todo el bien que has hecho a nuestro favor. Nosotras moriremos agradecidas”.

Ambas volvieron a inclinarse respetuosamente ante el pastor.

El corazón del pastor estaba endurecido, y les disparó a las dos jóvenes.

Poco tiempo después, él también murió a manos de los comunistas.

¿Qué hace un Loco Por Jesús cuando es traicionado por un amigo cercano? Demuestra al amor de Dios.

El amor [el amor de Dios en nosotros] no es arrogante ni egoísta ni grosero; no trata de salirse siempre con la suya; no es irritable ni quisquilloso; no guarda rencor… El que ama es fiel a ese amor, cuéstele lo que le cueste; siempre confía en la persona amada, espera de ella lo mejor y la defiende con firmeza.

El apóstol Pablo - Martirizado en Roma el año 65 d. C.(1 CORINTIOS 13: 5, 7, LBAD) 

Historia de Nikolai Khamara un verdadero Loco por Jesús



Nikolai Khamara

U.R.S.S. (1970)


“¿Qué clase de hombres son estos?”, se preguntaba Nikolai Khamara. “Ante el sufrimiento, se regocijan. Cantan en las horas más oscuras. Si tienen un pedazo de pan, lo comparten con el que no tiene. Mañana y noche, unen sus manos y hablan con alguien que nadie puede ver, y al hacerlo, sus rostros se resplandecen”.

 Por varios meses Khamara había estado observando a los cristianos que compartían su celda en la prisión comunista. A diferencia de los creyentes que allí se encontraban por rehusar negar su fe en Jesús, Khamara estaba en la cárcel por delitos que había cometido. Había sido arrestado por robar, y sentenciado a diez años de cárcel. Se describía a sí mismo como “un hombre sin conciencia”.

 Cierto día, uno de los cristianos se sentó con Khamara y éste le relató la triste historia de su vida y concluyó diciendo:

 -Soy un hombre que está perdido.

Uno de los cristianos le preguntó a Khamara:

-Supongamos que alguien pierde un anillo de oro, ¿cuál sería el valor del anillo cuando está perdido?

-¡Qué pregunta tan tonta! –respondió Khamara-. ¡Un anillo de oro sigue siendo un anillo de oro! Lo has perdido, pero alguien lo encontrará.

 -Entonces ¿cuál es el valor de un hombre perdido? –preguntó el cristiano; y respondiendo a su propia pregunta continuó diciendo-: Un hombre perdido, aun uno que es ladrón, un adúltero o un asesino, posee todo el valor de un hombre. Su valor es tal que el Hijo de Dios abandonó el cielo para morir en la cruz, con tal de salvarlo.

 Khamara entendió el mensaje.

 El cristiano le dijo al ladrón:

 -Dios te ama. Eres de gran valor para Él. Cuando Jesús se encontraba con ladrones, prostitutas o con otros que habían cometido grandes pecados, Él nunca les preguntó qué pecados habían cometido. En vez de eso, les decía: “Regocíjense, sus pecados han sido perdonados”. Y a ti también te digo, Khamara, que tus pecados han sido perdonados porque Jesús murió por ti. Solo tienes que creer.

 Khamara se convirtió a la fe cristiana.

 Cuando cumplió su condena y salió en libertad, se unió a la iglesia clandestina, a pesar de que la misma estaba en constante amenaza de la policía secreta soviética. Khamara llegó a ser un miembro fiel de su congregación local.

 Poco tiempo después, el pastor de la iglesia de Khamara fue arrestado. Las autoridades lo golpearon y lo torturaron, con la esperanza de que divulgara los nombres de los miembros de la iglesia, y que les ofreciera información sobre cómo detener la impresión de libritos con el evangelio, los cuales eran esparcidos a través de la provincia. El pastor fue torturado, pero no abrió su boca. De haberlo hecho, miles de creyentes hubiesen sido arrestados.

 Después de haber golpeado al pastor repetidamente, pero sin éxito alguno, el capitán a cargo de la investigación dijo:

 -Ya no te vamos a torturar más. Tenemos otro método.

 Arrestaron a Nikolai Khamara. Lo trajeron ante el pastor y le dijeron:

 -Si te niegas a revelarnos todos los secretos de tu iglesia, torturaremos a Khamara frente a ti.

 El pastor no podía soportar que alguien sufriera por su causa y le preguntó a Khamara:

 -¿Qué debo hacer?

 Khamara le dijo:

 -Sé fiel a Jesús, y no lo traiciones. Soy feliz por sufrir por el nombre de Cristo.

El capitán dijo:

-Le sacaremos los ojos a Khamara.

 Los verdugos tomaron un cuchillo y se dirigieron hacia Khamara. El pastor no podía tolerar tal abuso y exclamó en voz alta:

 -¡No puedo soportar que te hagan tal cosa, Khamara! ¡Te van a dejar ciego!

 Él respondió diciendo:

 -Cuando me saquen los ojos, veré mayor belleza de la que ahora puedo ver con estos ojos. Veré al Salvador. Tú permanece fiel a Cristo, hasta el final.

Cuando terminaron de sacarle los ojos a Khamara, y viendo que el pastor aún no les había dado la información que pedían, el capitán se volvió hacia el pastor nuevamente y le dijo:

 -Si no hablas sobre tu iglesia le cortaremos la lengua a Khamara.

 El pastor gritó desesperadamente:

 -Khamara, ¿qué hago?

 Las últimas palabras de Khamara fueron:

 -¡Alabado sea el Señor Jesucristo! He dicho las palabras más sublimes que puedan ser expresadas. Y ahora, si lo desean, pueden cortarme la lengua.

 Khamara padeció la muerte de un mártir.

Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, le autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecados contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

 

HEBREOS 12: 1-3, RV-1960.

Historia de Ivan Moiseyev un verdadero Loco por Jesús



Iván Moiseyev

U.R.S.S. (1970)


Aunque nunca antes había estado allí, el joven Moiseyev, conocido como “Vanya”, sabía muy bien lo que le esperaba en la oficina del comandante. Los comunistas no cesaban de citarlo para que se presentara en el cuartel general con el fin de platicar con él, y ver si podían “reeducarlo”, y convencerlo de que negara su fe en Dios.

 Era la hora del almuerzo, y el sol resplandecía en el cielo azul y la nieve alrededor parecía brillar. Moiseyev aprovechó para alabar a Dios por este tiempo que podía pasar a solas orando y cantando, mientras caminaba a lo largo de la cera cubierta de nieve.

 Era una mañana tan esplendorosa que, al principio Moiseyev no lo notó, pero de pronto sus ojos lo percataron. Una estrella brillante comenzó a caer desde el cielo. Su apariencia era como la de un cometa, y se acercaba haciéndose cada vez más grande.

 Levantó la vista para ver que un ángel estaba sobre él, resplandeciente poderoso. El corazón de Moiseyev se inundó de gozo, y temor.

 El ángel no descendió a tierra por completo, sino que se mantuvo suspendido en el aire como a unos doscientos metros sobre la tierra. El ángel caminaba en el aire como si estuviera siguiendo el mismo camino que Moiseyev. Y entonces el ángel habló:

 “No temas ir, Iván. Yo estaré contigo”.

 Iván no pudo emitir palabra alguna, pero el gozo que sentía era como un fuego en su interior. De alguna manera logró llegar hasta la oficina del comandante Gidenko, y tocó la puerta suavemente.

 El comandante Gidenko, que ocupaba el primer puesto en el Comité de Instrucción Política, levantó la vista al entrar el joven soldado. Iván Moiseyev había sido interrogado una y otra vez por muchos otros hombres, y nunca se retractó de sus creencias. Y aun así, Gidenko estaba seguro de poder resolver este problema.

 -Moiseyev, tu no tienes cara de ser un mal estudiante. ¿Entonces por qué no estás aprendiendo las respuestas correctas? –preguntó el superior.

 -A veces diferencia entre la respuesta correcta y la verdadera –respondió Iván-. A veces Dios no me permite que mis respuestas sean las “correctas”.

 -¿Entonces, Dios habla contigo? ¿Y quién es este Dios del cual hablas?

Tan pronto hubo terminado de hacer la pregunta, Gidenko se arrepintió de haberla hecho. Iván se inclinó hacia delante en su silla, con el rostro resplandeciente de gozo ante la oportunidad de poder compartir su fe.

 -Señor, Él es quien creó todo el universo. Él ama al hombre, y envió a S Hijo…

 -Sí, sí –interrumpió Gidenko-, conozco las enseñanzas de los cristianos. Pero, ¿qué tiene que ver todo eso con ser un soldado? ¿O es que no estás de acuerdo con las enseñanzas del glorioso ejército Rojo?

 -No, Señor.

 -Pero, ¿tú no aceptas los principios del ateísmo científico sobre los cuales está fundamentado el estado soviético  y el poder militar del ejército?

 -No puedo aceptar aquello que yo sé no es cierto. Todo lo demás, lo acepto con mucho gusto.

 -Moiseyev, nadie puede probar la existencia de Dios. Aun los sacerdotes y pastores están de acuerdo con esto.

 -Señor, es posible que hablen sobre el no poder probar la existencia de Dios, pero no hay duda alguna de poder conocerle. Él está conmigo aquí, ahora mismo, en esta habitación. Antes de llegar aquí, Él envió un ángel para animarme.

 Gidenko se fijó en Iván detenidamente. Y por fin se expresó con cierto aire de cansancio:

 -Siento mucho, Moiseyev, que no quieras entrar en razón. Lo único que tu persistencia hará por ti es causarte molestia. Sin embargo, a través de los años ha sido mi experiencia que hombres como tú entran en razón después de un poco de disciplina. Voy a ordenar que esta noche, después del toque de queda, permanezcas de pie en medio de la calle. Y allí permanecerás hasta que estés dispuesto a reconsiderar esta tontería sobre el dialogar con Dios y con los ángeles.

 Y ante el hecho de que la temperatura posiblemente llegue a los trece grados bajo cero, espero que por tu propio bienestar, procedas con rapidez y decidas comenzar a actuar con sensatez. Mañana, tú y yo juntos, decidiremos sobre la implementación de un plan de reeducación política para tu persona. Quedas despedido. 

 Gidenko esperaba que Moiseyev titubeara, que volviera a reconsiderar su actitud. Pero en vez de eso, el joven enderezó los hombros y se dirigió calladamente hacia la puerta.

 -¡Soldado Moiseyev!

 Cuando el soldado se volteó hacia él, Gidenko se percató que estaba un poco pálido. ¡Había comprendido cabalmente la orden!

 -Obedecerás mis órdenes usando el uniforme de verano. Eso es todo.

 Esa noche, mientras el clarín sonaba, Iván se dirigía hacia las escaleras del cuartel y descendió por ellas hasta encontrarse en la calle cubierta de nieve. Retrocedió ante el fuerte golpe de viento helado que hizo arder con dolor sus orejas y humedeció sus ojos. El liviano uniforme de verano de nada le servía ante el cortante frío. Echó un vistazo a su reloj, y éste marcaba un minuto después de las 10 de la noche.

 ¡Esa noche tendría bastante tiempo disponible para orar! Pero, por primera vez desde que ingresó al ejército soviético, la oración no se hizo fácil. Comenzó a preocuparse. ¿Podría permanecer allí de pie durante toda la noche? ¿Y si se congelaba y moría! ¿Permitirían los superiores que muriera congelado? ¿Y qué sucedería si por causa del intenso frío se rendía y cedía a sus demandas?

 Las interrogantes inundaron su mente hasta sentirse marcado. Reconoció que debía pensar en algo diferente, y fue entonces cuando se acordó del ángel que lo había visitado durante las horas de la mañana. El ángel le había dicho: “¡No temas, Iván, yo estaré contigo!” ¡De pronto reconoció que las palabras del ángel se referían a esta misma noche! Y aunque ya no podía verlo, Moiseyev estaba confiado en que la presencia del ángel aún lo acompañaba. Y comenzó a orar fervientemente.

 Eran las doce y media de la madrugada cuando un crujir sobre la nieve lo distrajo. Envueltos en sus abrigos, con sombreros y fuertes botas se acercaban lentamente a él tres oficiales del ejército.

 -¿Has cambiado de opinión, soldado Moiseyev? ¿Estás listo para entrar en el cuartel y calentarte junto a nosotros?

 -No, camaradas oficiales. Aunque mi mayor deseo es entrar y retirarme a dormir, no puedo hacer. Nunca podré estar de acuerdo con quedarme callado respecto a mi Dios.

 Aun en la débil luz, Moiseyev podía ver que los oficiales estaban confundidos y asombrados. ¿Cómo podía tolerar tanto frío?

-¿Pretendes permanecer aquí toda la noche?

 -No veo ninguna otra posibilidad y, además, Dios es quien me ayuda.

 Iván examinó sus manos, estaban frías, pero no demasiado. Aún podía mover con facilidad los dedos de sus pies. ¡Era un milagro! Miró a los oficiales y se percató que a pesar de sus pesados abrigos temblaban de frío. Estos no podían permanecer quietos, y golpeaban el suelo con los pies y daban palmadas mostrando gran impaciencia por regresar al calor del cuartel.

 -De aquí a una hora cambiarás de opinión –murmuró el primer oficial mientras se alejaban rápidamente.

 Iván continuó orando por todos los creyentes que conocía. Elevó cánticos de Navidad, oró por cada uno de los oficiales, clamó ante Dios a favor de los hombres que estaban con él en el cuartel. Pero gradualmente, su mente parecía estar flotando en algún sitio fuera de su cabeza. Aunque lo intentó con vehemencia, la oración lo eludía.

 Iván estaba a punto de dormirse sobre sus pies, cuando a las tres de la mañana, el oficial encargado lo despertó y lo dejó regresar al cuartel.

 Durante las siguientes doce noches, Iván tuvo que continuar de pie en la calle, frente al cuartel. Milagrosamente no se congeló, y tampoco rogó que tuvieran misericordia de él. Continuó hablando con sus camaradas y con los oficiales sobres su fe. Y a pesar de que estaba estrictamente prohibido, cantaba en medio del cuartel sobre la gloria de Jesucristo. A los que lo amenazaban les decía: “La alondra que es amenazada con pena de muerte por cantar, seguirá cantando. Ella no podrá renunciar a su naturaleza. Nosotros los cristianos tampoco lo podemos hacer”.

 Ante una fe tan firme y ferviente los soldados a su alrededor se convirtieron a Cristo.

 Los superiores continuaban interrogándolo, en su intento de que negara a Jesús. En cierta ocasión lo colocaron en celdas congeladas. Lo hacían vestir un traje de goma especial, el cual llenaban de aire hasta que su pecho estaba tan comprimido que casi no podía respirar.

 A la edad de veinte años, Iván estaba seguro de que los comunistas lo matarían. El 11 de julio de 1972, Iván escribió a sus padres diciendo: “No me volverán a ver”. Y procedió a describir una visión del cielo y de ángeles que Dios había enviado para fortalecerlo en preparación para la prueba final.

 Algunos días después, los padres de Iván recibieron el cuerpo muerto de su hijo. La evidencia mostraba que había sido apuñalado seis veces cerca del corazón. Tenía lesiones en la cabeza y alrededor de la boca. Todo su cuerpo estaba marcado por los golpes recibidos. Y al final de todo fue ahogado.

 El coronel Malsín, su comandante dijo: “Moiseyev murió con dificultad. Peleó con la muerte misma, pero murió como un cristiano”.

 El padre de este héroe cristiano dice lo siguiente en una carta que recibimos: “Permita Dios que esta flor viviente que entregó la fragancia de su juventud sobre la cruz, sirva como ejemplo para todos los jóvenes fieles. Y que ellos amen a Jesús como lo amó nuestro hijo”.

Carta de Vanya a sus padres, escrita el 15 de junio de 1972

  Mis queridos padres, el Señor me ha mostrado el camino… y he decidido tomarlo… ahora tendré que enfrentarme a mayores y severas batallas como nunca antes. Pero no las temo. Él va siempre conmigo. No lloren por mí, mis amados padres. Amo a Jesús más que a mí mismo. Le obedezco, a pesar de que mi cuerpo a veces teme, o no desea sufrir todo lo que vendrá. Hago esto porque no valoro mi vida tanto como lo valoro a Él. Y no procuraré hacer mi voluntad, sino que seguiré donquiera que el Señor me guíe. Él dice: Ve, y yo voy.

 No se queden apenados si ésta es la última carta de su hijo. Porque yo mismo, cuando veo y escucho visiones, y escucho cómo los ángeles hablan y velan, estoy asombrado y aún no puedo creer que Vanya, su hijo, hable con ángeles. Yo también he cometido pecados y faltas, pero a través del sufrimiento, el Señor los ha quitado por completo. Y ahora no vivo como yo quisiera vivir, sino como el Señor quiere”. 

Si vienen aflicciones a nuestras vidas, podemos regocijarnos también en ellas, porque nos enseñan a tener paciencia; y la paciencia engendra en nosotros fortaleza de carácter y nos ayuda a confiar cada vez más en Dios, hasta que nuestra esperanza y nuestra fe sean constantes. Entonces, podremos mantener la frente en alto en cualquier circunstancia, sabiendo que todo irá bien, pues conocemos la ternura del amor de Dios hacia nosotros, y sentiremos su calor dondequiera que estemos, porque Él nos ha dado el Espíritu Santo para que llene nuestros corazones de su amor.

 El apóstol Pablo

Martirizado en Roma en el año 65 d.C.

(ROMANOS 5:3 – 5, LBAD.)